Arín, la principal exportadora peruana de joyería, proyecta crecer este año a un dígito. Esto, explica Julio Pérez Alván, gerente general de la compañía, se debe a que debido a los altos precios del oro, que se trasladan a las joyas, hace que la demanda por estos productos baje.
Pese a ello, Pérez detalló que dentro de sus proyecciones el principal impulso de la compañía corresponderá a sus dos nuevas líneas de aretes y dijes, que antes fueron diseñadas y elaboradas por empresas del exterior
“Hemos abierto una línea especializada de aretes. Uno de nuestros clientes tenía un proveedor italiano, era una fábrica de aretes que luego cerró. Entonces, llegamos a un acuerdo con nuestro cliente y hemos tomado todos los modelos, que más o menos son unos 1,000. Para eso, hemos debido invertir en maquinaria, tecnología y capacitación con técnicos especializados que han venido desde Italia”, dijo en entrevista con Gestión.
Una situación similar se presentó con un cliente de los Estados Unidos, que decidió cerrar sus fábricas y encargar a Arín la responsabilidad de elaborar su línea de aretes y dijes. Para hacerse cargo de estas nuevas líneas, la exportadora incrementó en 30% la capacidad productiva de su planta de Chorrillos el año pasado.
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Según explicó Pérez, en ambos casos la empresa peruana produce estas joyas para sus mencionados clientes, pero también goza de la libertad de comercializarlas a otras empresas en distintos países.
En efecto, dentro del portafolio de la empresa, las líneas con mayor crecimiento en ventas son las de aretes, debido a la gran diversidad de su oferta; seguidas de los dijes que se utilizan para collares y, en tercer lugar, de las cadenas.
Otra línea que está creciendo llamativamente es la de joyería para hombres, que en la actualidad representa entre el 10% y 15% de la facturación de Arín. Principalmente se trata de pulseras y collares gruesos, que hace cinco años solo concentraba el 3% de las ventas.
“Este crecimiento también se relaciona con el COVID-19, que despertó un mayor interés en comprar joyas. También las están utilizando cada vez más los cantantes y eso ayuda”, comentó el gerente.
Ventas tras crisis sanitaria se normalizan
El 2021 fue un gran año para las ventas de joyas. Según señala, hubo un efecto rebote luego del primer año de pandemia y las personas buscaban joyas “como nunca antes”, en vez de gastar su dinero en viajes u otros placeres que implicaran cierto riesgo de contagio del COVID-19. En dicho año, la empresa creció 20% con respecto al 2019, año previo a la pandemia. Luego de ello, aunque el 2022 fue un año de buenas ventas, estas fueron 5% menores que las del año anterior, sostiene Julio Pérez.
Por otro lado, el gerente sostuvo que el año pasado los costos de producción subieron alrededor de 15%, pero solo una parte se trasladó a los precios finales, que aumentaron en 5%. Lo restante debió asumirlo la empresa, que está trabajando en mejorar la eficiencia de sus procesos para mitigar los efectos en la rentabilidad.
Con 37 años en el mercado, Arín vende sus productos a empresas de 18 países, que concentran el 99.5% de su facturación.