Por el auge del servicio de delivery y la necesidad de movilizarse en la ciudad con menor riesgo de contagio de covid-19, la venta de motocicletas superó las 425,000 unidades el 2021, marcando un récord en el Perú. Sin embargo, el panorama del 2022 contrasta con el año previo, replanteando las condiciones del negocio.
Así lo reportó la Asociación Automotriz del Perú (AAP), tras indicar que la colocación de estos vehículos menores en noviembre último cayó en 13.3% a 28,941 unidades frente al mismo mes del 2021 y acumula un retroceso de 14.1% a 338,176 (de enero a noviembre del 2022).
El gerente de Estudios Económicos de dicho gremio, Alberto Morisaki, explicó que tal contracción responde principalmente al efecto de comparar el volumen actual con un periodo pico de ventas (2021). Sin embargo, sostuvo que el sector mantiene un tamaño importante.
“Lo que vemos es la normalización de la demanda. Si comparamos las cifras del 2022 frente a la pre pandemia, estamos muy por encima. Hasta el 2019, el promedio anual de inmatriculación era 285,000 unidades, y este año, seguro cerraremos en cerca de 370,000″, comentó a Gestión.
No obstante, reconoció que la inflación (8.45% anual) y la reducción de ingresos por la pérdida de empleo formal también afectan a la venta de motos. Y es que, en este sector, recordó que la demanda proviene principalmente de un público de menor poder adquisitivo y más sensible a los problemas económicos.
Al cierre del 2022, estimó que el mercado de motos (de dos y tres ruedas) terminaría cayendo en 13%.
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Estrategias para crecer
De las 10 primeras marcas del mercado de motos, solo tres siguen creciendo en el 2022, entre ellas, Honda (+7%). Su director comercial en Perú, Jorge Oshiro, afirmó que han apostado por modelos con tickets más económicos para continuar incrementando las ventas.
Asimismo, señaló que han ampliado la red de concesionarios y han adoptado medidas de eficiencia en la planta de producción. “Estamos siendo más competitivos para tener costos más bajos y poder trasladarlos al cliente final”, declaró a Gestión.
Sin embargo, reconoció que el mercado total cae no solo por un efecto estadístico de comparación frente al alto volumen del 2021, sino también por la elevada inflación. Además, recordó que la venta del año pasado fue apoyada también por el otorgamiento de bonos (del Estado), que ya no se volvieron a entregar.
Volúmenes se seguirán “normalizando”
De cara al 2023, Morisaki estimó que el mercado de motos se seguirá “normalizando” con una contracción de 7% a 350,000 unidades respecto al 2022. Si bien reiteró que tal volumen continuará siendo superior al 2019, observó que el panorama no es el más propicio para el sector.
“Mucho dependerá de la coyuntura económica. Adicionalmente a la normalización, hay que tomar en cuenta que el crecimiento del 2023 es bajo, se prevé una caída de la inversión privada, tenemos un consumo privado en desaceleración, y eso se reflejará en la menor demanda de bienes como las motos”, dijo.
Así, indicó que la situación en años posteriores al 2023 es todavía incierta.
Por su parte, Oshiro proyectó que la tendencia de contracción respecto al pico de ventas del 2021 podría prolongarse hasta el 2026. “No podemos ser tan optimistas, esperemos que haya cambios en el Gobierno y que ello pueda motivar inversiones para que el mercado se mueva”, opinó.
Solo en el 2023, previó una caída del mercado en 10% a 330,000 unidades.
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Competencia por el “share” se agudizará
En el 2023, Oshiro estimó que la caída en la venta de motos sería transversal en todas las categorías. Así, en un contexto sin segmentos o nichos en expansión, afirmó que la captación de “market share” o participación de los competidores será la única vía de crecimiento de las marcas.
“La torta no va a crecer, seguramente va a seguir achicándose hasta el 2026 y veremos un mercado donde las marcas van a competir por un pedazo más grande”, manifestó,
Añadió que tal entorno de competencia se da todavía en un momento de inestabilidad en el costo de los fletes, que llegó hasta US$18,000 por contenedor debido a la crisis logística por la pandemia. Ahora, el costo se viene reduciendo, pero todavía oscila en rangos amplios de US$10,000 a US$13,000, dijo.