En un centro laboral nos encontramos con todo tipo de colaboradores; desde los que animan y apoyan para alcanzar los objetivos, lideran grupos, los innovadores, entre otros, hasta los que prefieren quedarse en su sitio a ver cómo los demás realizan su trabajo o simplemente generar conflictos.
Al margen de cómo sea la personalidad de cada empleado, lo que debe importar en una organización es que todos pongan de su parte para sacarla adelante; sin embargo, algunos prefieren ir contra la corriente.
A estas personas se les conoce como tóxicas, pues su comportamiento sólo busca la dispersión del grupo y aunque en alguna oportunidad nos habremos cruzado con ellas, lo mejor es mantener cierta distancia para no cargarnos de su negatividad.
El psicólogo Gustavo Giorgi escribió un artículo en Entrepreneur en el que identificó diez tipos de personas más odiosas en el trabajo y aconseja no actuar como uno de ellos.
Este tipo de personas llevan sus problemas al trabajo y cuando llegan usan a sus compañeros como sus terapeutas para que escuchen sus decepciones amorosas, traición de algún amigo o problemas familiares. Si uno le aconseja ir con un especialista, responderá que no necesita ni cree en los psicólogos.
Es el que tras escucharlo decir algo novedoso y que puede dar muy buenos resultados, hace pasar esas ideas como suyas para que su jefe lo felicite y obtenga reconocimiento. Lo peor es que cuando le reclama por su actitud, le dirá que jamás supo que también usted tenía pensado lo mismo.
Es el colaborador que se “toma a pecho” todo lo que le diga, así sea de forma general, pues siempre piensa que cualquier comentario negativo va dirigido a él y buscará, e incluso obligará, a que le dé explicaciones.
Este colaborador busca que sus inquietudes o algo que no haya conseguido sean vistos como un malestar generalizado, tomando la palabra en nombre del grupo. Por ejemplo, comenta el especialista, cuando este individuo dice que en la empresa no hay oportunidades para crecer, luego de no haber conseguido un ascenso.
Es aquel que siempre para quejándose de todo y que jamás se hace responsable de sus actos porque para él el resto es el culpable de lo mal que van las cosas. Debido a que constantemente se queja, lo hace como un hábito, generando un mal clima laboral.
Es el que disfruta poniendo en ridículo a sus demás compañeros y cree que tiene el control de la situación. Debido a que sus víctimas no reaccionan por no quedar mal o sean vistos como los amargados de la oficina, este sujeto agranda su ego. Sin embargo, los bravucones son muy inseguro y buscan compensarlo a través de la denigración.
Este tipo de colaborador es egocéntrico y busca que todo gire alrededor suyo porque considera que conoce demasiado. Aunque pretende ser eje del debate, por su actitud de sabelotodo, lo único que consigue es alejar a sus compañeros.
Es la típica persona que disfruta creando mentiras y rumores para decirlos en el lugar de trabajo con el único propósito de generar angustia en sus compañeros. Aunque pueden ser desmentidas en la práctica, consiguieron su objetivo: crear incertidumbre.
Es aquel que a pesar de lo que suceda a su alrededor, no reacciona y prefiere estar en una posición demasiado pasiva. Lo que realmente buscan es quitarse responsabilidades y evitan asumir riesgos.
Jamás podrá estar seguro de la posición de este colaborador, pues en un momento puede decir que lo apoya en algo, y a los segundos cambia totalmente de parecer. Su actitud puede llegar a exasperar a muchos.