
El consumo privado creció 3.6% en el segundo trimestre de 2025, en línea con el ritmo de los trimestres previos, luego de un avance nulo durante 2023. Este desempeño, que supera al resto de países de la región, ocurre en un contexto de inflación controlada, expectativas empresariales en terreno positivo y un mercado laboral más dinámico.
A puertas del proceso electoral, es clave consolidar este impulso a través de más inversión privada que genere empleo de calidad.

Desempeño positivo en 2025
El buen desempeño del consumo responde, principalmente, a la recuperación de la contratación formal. Mientras que el empleo total nacional creció apenas 1.0% en la primera mitad del año, el empleo formal avanzó 6.8% (280 mil empleos adicionales), su tasa más alta en 13 años sin contar el rebote postpandemia.
Destacan las mayores contrataciones en los sectores de consumo e inversión (4.0% cada uno) y, en mayor magnitud, en el agro (+23.3%) que acumuló diez meses creciendo a dos dígitos.

El mayor empleo formal se reflejó en mayores ingresos. En Lima Metropolitana, el salario medio alcanzó S/ 2,172 en el segundo trimestre de 2025, 7.3% por encima del 2024 y, por primera vez, por encima del nivel prepandemia.
Esta recuperación ocurre en un contexto de inflación dentro de la meta del BCRP (1.0% - 3.0%) por 17 meses consecutivos. Esto se refleja en el avance de las compras asociadas a consumo masivo durante 2025: entre enero y mayo, las compras en supermercados fueron 2.9% mayores respecto al año previo y 15.1% respecto al 2019.
El buen desempeño del empleo está asociado con el avance de la inversión privada. Desde 2024, esta mantiene una trayectoria ascendente en línea con la recuperación de la confianza empresarial.

A julio de 2025, las expectativas sobre la economía y la inversión acumularon 12 meses en terreno optimista, su periodo más prolongado desde 2019. Esta mejora vino impulsada por una ejecución de la inversión privada en proyectos como Tía María y el Metro de Lima, entre otros.
Este círculo virtuoso -mayor inversión, mayor empleo de calidad, y mejores ingresos- ha permitido la recuperación del consumo de las familias.
El financiamiento del segmento de consumo también se recuperó. Tras los efectos del Covid-19 y el FEN Costero, que elevaron la morosidad y restringieron el incremento del crédito a las familias, el crédito de consumo volvió a crecer en 2025 con niveles de morosidad similares al periodo prepandemia.
Perspectivas para el segundo semestre
La dinámica favorable del consumo continuaría durante la segunda mitad del 2025. En julio, el índice de confianza del consumidor (INDICCA) alcanzó un máximo desde antes de la pandemia, impulsado principalmente por una recuperación de la situación en los niveles socioeconómicos A y B que, al ritmo actual, retomarían el tramo positivo hacia el cuarto trimestre, algo que no ocurre desde la prepandemia.

Además, en julio, las importaciones de bienes duraderos, productos asociados a una mayor capacidad de gasto, crecieron 16.5%, impulsadas por la mayor demanda de autos y camionetas.
En efecto, en ese mes, se adquirieron 50 mil vehículos nuevos, 20% más que en julio de 2024, según Registros Públicos. El 60% de dicho incremento se explica por la mayor demanda en cuatro regiones: Lima, Piura, Madre de Dios y Cajamarca.
Por su parte, la demanda de las empresas también estaría creciendo, en línea con las mejores expectativas para la economía en el corto plazo.
En julio, las importaciones de materias primas y productos intermedios para la industria crecieron 14%, impulsadas por el sector minero. En ese mes, además, la compra de materiales de construcción subió 35%, lo que sugiere un mayor dinamismo del sector en la segunda mitad del año.

Consolidar el crecimiento del consumo depende del impulso sostenido a la inversión privada y su capacidad para generar más empleo formal y reducir la pobreza. Lograrlo debiera quitarle el sueño a las autoridades y futuros candidatos.
Opinión IPE
Por Miguel Alzamora, economista senior del IPE
El cierre de brechas sociales requiere del impulso del empleo formal. Solo de esta manera se puede asegurar que la mejora en las condiciones de vida para las familias sea sostenible.
En ese sentido, desde el Ejecutivo se debe priorizar la promoción de un mejor entorno que propicie mayor inversión y, desde el Legislativo, se deben evitar las iniciativas que hagan menos competitiva la regulación laboral e incrementen la vulnerabilidad de los trabajadores frente al desempleo o en la vejez.

