
El 6 de julio, Día del Maestro, aviva un análisis sobre las luces y sombras que envuelven el ejercicio docente en el Perú. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ya ha abordado el tema en el estudio “Indicadores de Educación según Departamentos, 2013-2023” y ha observado contratiempos en la carrera.
El capítulo se sustentó en la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) sobre las profesiones que las personas de 17 años y más estudiarían. ¿Cuáles fueron las novedades?
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Percepción salarial en Educación
El estudio arrojó una tendencia de preferencia por carreras como Ingeniería, Industria y Construcción, Psicología y Administración de Empresas, principalmente. En contraparte, se observó una disminución de interés en Educación —pasó del 19.3% en el 2013 al 11.6% en el 2023—, Ciencias Económicas y Agropecuaria y Veterinaria.
María Alejandra Torres, jefa de la carrera de Pedagogía e Innovación Educativa de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), examina el escenario.
“El descenso sostenido en Educación, pese a su alta demanda social, responde a diversos factores. Existe un desconocimiento sobre el verdadero alcance de la labor docente; muchos creen que el maestro se limita a dictar en el aula, cuando hoy su campo laboral se ha diversificado incluso a sectores empresariales. Esa percepción limitada lleva a asumir que tienen salarios poco atractivos y escasas oportunidades de desarrollo profesional”, comenta.
Al respecto, Daniel Alfaro, exministro de Educación, indica que los sueldos de los profesores permanecieron congelados durante un buen tiempo en comparación con el dinamismo que registraron las ramas de Ingeniería, por ejemplo.
“No obstante, a partir del 2018 y 2019, comenzó la revalorización del salario docente. Desde entonces hasta ahora se ha más que duplicado el mínimo en todas las escalas. Esto sí debería tener un efecto en la elección de la carrera, pero es un efecto que no vamos a ver pronto. La gente estaría optando por esta profesión al notar el incremento, con lo cual, se verían a los profesionales después de cinco años. Es una apreciación a largo plazo”.

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Valoración social de la Educación
Un elemento que también explica el decrecimiento de la Educación como profesión elegida es la reputación.
“La figura del docente ha perdido prestigio social, lo cual muchas veces desincentiva a los jóvenes. La vocación se ve debilitada por discursos que culpan solo al docente de las brechas educativas”, opina Torres.
En esa línea, Alfaro, también director de Pirka Consultoría, determina dos caras en la valoración de la carrera de Educación.
“En municipios o provincias, hay una valoración de la carrera. No solo genera respeto dentro de la comunidad, sino también puestos de trabajo: hay una dotación de servicio público y eso desata el empleo. Además, las escuelas superiores pedagógicas están más descentralizadas, tiene ofertas a las cuales la gente que está más distante a las capitales puede acceder”, sostiene como primer punto.
“El segundo está más circunscrito a las urbes, a las capitales de región o las ciudades grandes. Ahí, lamentablemente, ha habido una desvalorización social de la carrera. Por un lado, porque el salario no ha estado en sintonía con el crecimiento de la canasta básica familiar. Por otro lado, la educación superior pedagógica no ha sido una educación dinámica, con currículas más modernas. No ha pasado [una actualización] durante un buen tiempo en el Diseño Curricular Básico Nacional (DCBN)“, agrega.
En el estudio del INEI, en efecto, se destaca una mayor acogida de la carrera en la zona rural, con 15.6%, frente a la zona urbana, con 11.3%.
“Muchos jóvenes de zonas rurales eligen Educación con el deseo de mejorar las condiciones educativas locales. La escuela suele ser uno de los pocos espacios de referencia social y profesional en la zona, lo que refuerza la identificación y la valorización del maestro. Además, esto se entiende porque la docencia es uno de los empleos profesionales estables en zonas rurales. El Estado gestiona, por ejemplo, vacantes docentes en zonas alejadas”, complementa Torres.

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Educación: las reformas pendientes
Si bien “la figura del docente ha experimentado diversos cambios y ya no se espera que solo transmita conocimientos, sino que sea un mediador del aprendizaje” —precisa la vocera de la UARM—, se requiere de un ajuste estructural en su formación.
Coincide Alfaro: “La política pública más importante del país es la reforma de la educación superior pedagógica. No únicamente porque estos docentes van a formar a las generaciones futuras, sino por un tema de beneficios económicos. Nosotros gastamos la mitad del presupuesto de educación en salarios docentes”, afirma.
Detalla que el gasto en educación equivale al 20% de todo el presupuesto público.
“Esa es nuestra más grande inversión. Si nosotros vamos a seguir pagando este incremento salarial por siempre, porque los salarios no bajan, se van a quedar ahí o incluso pueden seguir apreciándose, tenemos que lograr que el retorno de esa inversión sea el mejor posible”, añade.
Considera que las escuelas competitivas conforman un circuito de beneficios: “Permiten que el docente del mañana sea mejor que el que tenemos hoy”. Lamenta, por ello, que la estrategia no coincida en tiempos con el ciclo político.
“Si hago un cambio en mi educación superior pedagógica, ¿quiénes van a gozar los frutos de eso? Dos gobiernos adelante. Los impactos no son inmediatos. [Se debe esperar] a que alguien estudie cinco años, salga a practicar, se vuelva un profesional y logre los impactos positivos en su estudiante. Entonces, el ciclo político no permite que la reforma de educación superior pedagógica se implemente con la convicción oportuna".

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El mix de ética y tecnología
Los desafíos también se ubican dentro de las aulas. Para Torres, uno de los pasos más difíciles es transitar de una visión instrumental de las tecnologías a una visión crítica, pedagógica y situada.
“Esto implica que los futuros docentes no solo aprendan a usar herramientas digitales, sino que comprendan los fundamentos éticos, sociales y técnicos detrás de tecnologías, y que estén preparados para tomar decisiones didácticas contextualizadas. Asimismo, el currículo debe promover el desarrollo de habilidades para diseñar experiencias de aprendizaje mediadas por IA, centradas en el estudiante, alineadas con las competencias del siglo XXI”, argumenta.
Esta transformación tecnológica, subraya, no puede desplegarse sin una formación humanista que fortalezca la capacidad del docente para comprender la diversidad cultural, dialogar con su comunidad, promover valores democráticos y ejercer una pedagogía con enfoque ciudadano.
El exministro, además, coloca sobre la mesa un recordatorio: “Está ocurriendo un recambio generacional. Más del 50% de nuestro cuerpo docente tiene más de 45 años. [...] En los próximos 15 años vamos a tener una transformación. ¿Quiénes van a venir detrás? Los que están saliendo ahorita de las escuelas. ¿Y cómo está la educación de esas escuelas? No a la altura de lo que el currículo por competencias demanda".