Si bien el nivel de deuda actual no significa un problema para el país, el peligro está en su tendencia hacia los próximos años, lo cual sí podría representar un problema para el manejo de la política monetaria, señaló el economista jefe del BBVA, Hugo Perea.
Esta semana, el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, mencionó que a pesar de que la deuda en Perú es baja respecto a otros países, es un riesgo. “La deuda en Perú es un riesgo por la magnitud de los déficits que hemos incurrido, por el COVID-19, las cicatrices que han quedado y las presiones para gasto que puede haber”, indicó.
En ese sentido, Perea señaló que si loa deuda es cada vez más “pesada” podría traer problemas de dominancia fiscal sobre el banco central según la literatura; es decir, que las decisiones de política monetaria estén sujetas a las condiciones de política fiscal. Los problemas vendrían, por ejemplo, a través del margen que tenga el BCR para subir tasas con miras de anclar las expectativas de inflación.
“Los bancos centrales no operan en un territorio aislado (al fiscal). Si la deuda se vuelve un lastre (para el PBI) y empieza a tener cada vez un mayor impacto dentro del presupuesto público como lo vamos a ver en el 2022. Entonces, siempre se tendrá un ojo puesto sobre las consecuencias de subir la tasa de interés. Si no queremos esa situación, tenemos que contener el incremento de la deuda en los próximos años”, señaló.
En un escenario sin mayores medidas para aumentar los ingresos del gobierno y sin acciones para contener el gasto público, la trayectoria de la deuda como porcentaje del PBI se ubicaría por encima del 40% del PBI en los próximos cinco años, advirtió Perea.
“No estamos en esa situación (de dominancia fiscal) hoy, pero hay que tomar decisiones ya, porque después las correcciones podrían ser más drásticas. Ahora tenemos un nivel manejable (de deuda) dado el tamaño de nuestra economía. No obstante un nivel de alrededor de 50% ya podría ser pernicioso para el crecimiento económico”, afirmó.
Juan José Marthans, ex jefe de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), mencionó que mantener cuentas deficitarias por el lado fiscal sin ninguna intensión que se estabilicen en el mediano y largo plazo, evitaría que el BCR pueda realizar de manera más holgada sus políticas para contener la inflación.
“Hay dos motivos por los que el BCR aumenta la tasa, uno de ellos es la inflación y el otro es que no se desalinee con las de otros bancos centrales en países emergentes, porque podría producir salida de capitales. Con una parte fiscal deficiente, entonces el BCR no podría ser tan restrictivo. Lo peor que puede ocurrir es tener inflexibilidad fiscal y monetaria”, manifestó.
Marthans señaló que, con el nivel de deuda actual, no hay escenario preocupante, pero que se debe imponer un manejo responsable para estabilizarla. En ese sentido, señaló que sería una acción importante la coordinación entre el BCR y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
“Sería clave que el presidente del BCR y el ministro de Economía traten de conciliar la estrategia de la política monetaria y fiscal de los próximos cuatro o cinco años. Si no convergen, los problemas podrían acentuarse”, puntualizó.
Algunas acciones
Según Perea, las acciones para estabilizar la trayectoria del ratio de deuda se enfocan principalmente en aumentar los ingresos estructurales del gobierno, para lo cual se necesita ampliar la base tributaria acompañada de una mayor formalización de la economía.
Por el lado tributario, las medidas deben estar guiadas a repartir la carga tributaria entre la mayor cantidad de personas y evitar transferencias “ciegas”, en el sentido de estar mejor focalizadas.
“No se puede pensar que los ingresos mineros van a durar para siempre y vincularlos con gastos, pues estos no se van a poder reducir luego mientras que los ingresos son transitorios”, manifestó.
Deuda y crecimiento
Si la economía crece rápido, según Perea, no hay problema de sostenibilidad de la deuda; sin embargo, se prevé que el siguiente año se tendrá un crecimiento bajo.
“Si no se hacen reformas y políticas públicas de calidad, el crecimiento será lento, y necesitamos financiar déficits relativamente altos y la deuda pública seguirá creciendo. Un crecimiento incipiente y deuda en aumento es una combinación complicada”, señaló.
Como una aproximación, con niveles de crecimiento por encima de 5%, el nivel de deuda (como porcentaje del PBI) ha tenido una reducción sostenida, llegando incluso a estar en 19% en el 2013 (con un crecimiento de 6%).
Pero a partir del 2014, con niveles de crecimiento de entre 2% y 4%, el ratio de deuda comenzó a aumentar. En el 2020 (año de pandemia) con una caída del PBI de 11%, la deuda pública pasó de 27% a 35% del PBI.