Conforme comienzan a vencerse las facilidades extendidas por las instituciones financieras a los deudores, en medio del estado de emergencia, será más notorio el impacto de la crisis sobre el cumplimiento de los pagos.
Así, al inicio de la cuarentena la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) dictó medidas extraordinarias a fin de contener el riesgo de crédito y preservar la solvencia del sistema financiero.
En ese contexto, dio el marco para la reprogramación de créditos y, entre otras medidas, permitió que las entidades financieras suspendieran el conteo de días de atraso, hasta que se levantara el estado de emergencia, a los deudores que, al 29 de febrero, tenían más de 15 días de incumplimiento en el pago de sus obligaciones con bancos.
Hasta julio
Sin embargo, posteriormente el supervisor dispuso que tal suspensión del conteo de días de atraso en los préstamos debía mantenerse solo hasta fin de julio (un mes antes de la culminación del estado de emergencia).
“Se espera un ajuste en los indicadores de calidad de cartera del sistema financiero a partir del mes de agosto del año en curso, mientras que los indicadores de rentabilidad (de las instituciones prestamistas) también se verán afectados dada la necesidad de constituir mayores provisiones (por riesgo de incobrabilidad de créditos) ante el potencial deterioro producto del fuerte volumen de los créditos que han sido reprogramados”, estima la agencia clasificadora de riesgos Moody’s Local.
En efecto, analistas indicaron que este ajuste implicará que el conteo de muchos créditos con más de 15 días de atraso, que se suspendió en el inicio de la cuarentena, desde agosto se reanudará y se reflejará en una mayor morosidad de los préstamos de bancos, cajas municipales y demás entidades financieras.
Reprogramados
Asimismo, los bancos están atentos a la evolución del comportamiento de pago de los créditos reprogramados, pues una vez que los deudores deban retomar las cuotas mensuales pendientes podrían incurrir en incumplimientos, lo que obligaría a las entidades financieras a efectuar mayores provisiones con el consiguiente impacto negativo sobre sus resultados.
En junio, la morosidad de los créditos del sistema financiero subió de 3.34% a 3.38%, impulsada por la de préstamos personales (de 3.62% a 3.77%).