David Tuesta, exministro de Economía, conversó con Gestión tras las proyecciones de la economía peruana.
El BCR acaba de publicar sus nuevas proyecciones económicas. ¿Qué le dicen?
Las nuevas proyecciones del BCR van convergiendo hacia un escenario de bajo crecimiento de la economía (3.1% este año, que bajó desde 3.4% en las proyecciones de marzo) que ya anticipaban otros estimados. Además, esta revisión confirma varios aspectos.
¿Cuáles?
Por ejemplo, la pérdida de tracción del sector minero, afectado en el corto plazo por la falta de solución a los conflictos mineros que se han disparado y son persistentes, y casi indefinidos en el caso de Las Bambas, y que son una mala señal para la inversión privada, minera y no minera.
El BCR mantiene su proyección de 0% de crecimiento de la inversión privada...
Así es, pero para la inversión minera las proyecciones indican una caída de 10% para el período 2022 (-4.9%) – 2023 (-15.8%), lo que implicará un menor crecimiento para ese sector (solo 2.9% este año, frente al 5.9% que proyectó en marzo), cuando podría crecer mínimo al triple de lo que está creciendo ahora, con lo cual el PBI total estaría creciendo a 2 o 3 puntos porcentuales más.
Según proyecciones privadas el PBI crecería este año menos de 3%, algunos indican solo 2%. ¿Cuánto podría crecer?
Hoy tenemos un incremento del costo de las materias primas; la política del Gobierno no cambia, y si va a seguir manteniendo funcionarios ineptos, la segunda mitad del año va a ser desastrosa y la economía posiblemente caerá (en el primer trimestre creció 3.8% y el consenso de analistas prevé un 2.3% para el segundo trimestre), y al cierre del año tendríamos un incremento en torno al 2.5%. El crecimiento de la economía hoy está sostenido por la inercia.
¿Cómo es eso?
El PBI crece ahora por inercia de la situación poscovid, porque sectores que estuvieron contenidos, como servicios, están creciendo y con más dinamismo en regiones; por el impacto en el consumo de los retiros de las CTS y de los fondos de AFP (sin considerar la última recién autorizada), que han significado una inyección de liquidez de un 15% del PBI en los dos últimos años.
Crece también por una serie de eficiencias logradas por el sector privado relacionadas a reducción de costos desde la pandemia. A ello se suma el impacto de los precios altos de los commodities (minerales). Pero todo este impacto inercial se acaba.
¿Cuándo se acabaría? ¿El próximo año la economía crecerá menos?
Este Gobierno ha complicado las perspectivas de inversión y crecimiento de la economía. Por ejemplo, en el tema laboral está la Agenda 19 que, entre otros, incluye la prohibición de la tercerización para actividades nucleares, norma que el 22 de agosto todas las empresas ya deberían implementar.
¿Cómo impactará eso en la economía?
Ello significará un golpe al aparato productivo, a la eficiencia, a la inversión privada y al crecimiento. Según algunos estimados, con su aplicación se perderán 240 mil empleos directos, pero considerando los indirectos e inducidos puede llegar a un millón de empleos. Este tema debe definirse de una vez en el Congreso, donde hay dos proyectos de ley para derogar el decreto.
Si no se deroga, ¿cuánto crecería la economía este año?
Ya no crecería ni ese 2.5% que señalé, se aproximaría más a 2%, y el 2023 ya sería de pronóstico reservado porque hay otros factores que entran como el potencial ajuste (a la baja) de los precios de los minerales, el incremento de las tasas de interés de la Reserva federal de EE.UU. (FED) y del BCR.
El escenario se agrava por el repunte de la inflación (el BCR elevó de 3.6% a 6.4% para este año). ¿Qué perspectivas ve para la inflación?
Lo veo muy complicado porque las expectativas de inflación a 12 meses se han disparado (a 4.9% según el BCR) muy por encima del rango meta, y contener esas expectativas se hace más difícil. Sería menos complicado si tuviéramos un gobierno que estuviera impulsando el crecimiento de la economía, fomentando la inversión privada y el empleo formal.
El Gobierno dará un nuevo bono alimentario para la población vulnerable. ¿No es tarde ya?
El bono anunciado ahora, lamentablemente, llega a destiempo. El MEF planteó desde el inicio esta medida, pero esta se demoró porque su ejecución depende de otros sectores, en los cuales habría problemas, ya que se despidió a gente técnica que ya tenía el aprendizaje para hacerlo y ahora no está.
En los Consejos de Ministros descentralizados el presidente hace promesas que comprometen recursos públicos por miles de millones de soles. ¿Cómo evalúa ese tema?
Esos consejos descentralizados son mítines donde el presidente da ofertas por miles de millones de soles y que indican que el Gobierno no está trabajando. Está dando solo promesas que no se cumplen y no solucionan los problemas: no hay empleo, no hay inversiones, no hay crecimiento, los precios suben. La gente se da cuenta y de ahí las encuestas que indican la caída de su popularidad.
¿Son realizables esas promesas del presidente?
Recursos hay, pero hablando de obras, por ejemplo, los proyectos de inversión pública tienen todo un procedimiento presupuestal que implica un recorrido institucional que no se puede saltar sin que ello se haga evidente. Entonces esas promesas a la postre son ofrecimientos al vacío, que no se ven en resultados para las regiones.
“Que el déficit fiscal esté en 0.9% del PBI es fortuito”
El déficit fiscal bajó a 0.9% del PBI en mayo, pero ello se debe básicamente a los mayores ingresos tributarios ocasionados por los altos precios internacionales de los metales, que coincidió con el inicio de la producción de algunos proyectos grandes, señala David Tuesta. “El 0.9% del PBI que tenemos ahora es fortuito, si no hubiera existido el boom de precios de minerales hoy estaríamos en un serio problema fiscal”, precisa.
Prevé que cuando termine el boom de precios, se sentirá el impacto de mayores gastos rígidos que se están asumiendo como los pagos que se tendrán que hacer por el Fonavi y por la deuda a los maestros (S/ 42,000 millones), de una menor recaudación si las exoneraciones del ISC e IGV que se han hecho, se postergan.
“Se necesita empezar a sincerar las cuentas fiscales desde ahora. El gran riesgo, en realidad, es de carácter reputacional. Es decir, que se prometan metas fiscales que no se van a cumplir y que luego obliguen a plantear una excepción a la regla fiscal (1% del PBI). Eso sería un golpe grande a la confianza de los inversionistas”, advierte.