Cusco, cuna del Imperio Inca, está en los ojos del planeta por su sinfín de atractivos turísticos, entre los que resalta Machu Picchu, maravilla del mundo. La riqueza patrimonial de la región es envidiable y ha sido una fuente importante de crecimiento de la región.
A pesar de toda la riqueza turística y cultural, la locomotora macroeconómica ha sido la extracción de minerales e hidrocarburos. De cada S/ 10 producidos en Cusco, S/ 4 provienen de estos sectores, S/ 2.4 del rubro de servicios y S/ 0.8 de actividades de comercio. Así, de estos cuatro sectores se genera el 72% de la producción cusqueña.
Cusco es la quinta economía más grande del país y, en los últimos 10 años, ha crecido en promedio un 2.0% anual. En el 2023, y en contraste con lo visto a nivel nacional, la actividad cusqueña no conoció la recesión y logró expandirse 3.7%. En el primer trimestre de 2024 mantuvo su buena dinámica y creció 6.8%.
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Sin embargo, esta riqueza milenaria no se ha podido traducir en un cierre de brechas para su población. ReAcciona, proyecto de Instituto Apoyo y el Consejo Privado de Competitividad (CPC), con respaldo del Instituto Bicentenario, hace un análisis al respecto.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) para el cierre del 2023 dan cuenta de que el 76.7% de la población no tiene acceso a agua gestionada de manera segura, mientras que un 55% tiene acceso inadecuado o nulo a energía eléctrica y una de cada tres personas de 6 o más años no hace uso del Internet. Por otra parte, el 20% de los centros de educación básica en la región Cusco tienen infraestructura inadecuada.
Se ha vuelto casi un hecho estilizado del país que existan brechas y, al mismo tiempo, cantidades importantes de recursos públicos. En el caso de la quinta región más poblada del Perú (1.4 millones de habitantes), el dinero no pareciera ser un problema, pues es la que más recursos recibe para ejecutar proyectos de inversión pública a nivel nacional. Este año, para la región Cusco hay poco más de S/6,050 millones, es decir, casi S/4,237 por habitante.
De este total, a mediados de junio se había registrado una ejecución de 31.6% del presupuesto. Al ver el detalle resalta que los gobiernos locales, quienes son los que más dinero han recibido para obras, han alcanzado 37.7% de avance, mientras el gobierno regional un 32.5% y el Gobierno nacional solo ha ejecutado 19% de los recursos para inversión destinados a Cusco.
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Paradoja eterna
Un primer vistazo general a los proyectos muestra un punto que sería preocupante. Un 34.4% de las obras no han registrado ni un sol de avance, considerando las cifras al 17 de junio. Esto significa que uno de cada tres proyectos ha tenido ejecución nula ad-portas de la mitad del año.
Al hilar más fino sobre los proyectos sin avance resalta que el más importante engloba la eterna paradoja del Perú. El distrito de Megantoni, en la provincia de La Convención, es una zona que alberga a casi 5,000 habitantes y, al mismo tiempo, a la reserva energética más importante del Perú: Camisea. En gran medida gracias a la explotación del gas, Megantoni tiene disponibles unos S/ 527 millones para inversión pública.
A pesar de tener poco más de S/ 105,000 en promedio por habitante para obras, el proyecto con más presupuesto de toda la región Cusco que se encuentra sin avance es el de mejoramiento y ampliación de agua y desagüe en Megantoni.
¿Por qué es una paradoja? Porque uno de los distritos con más recursos para inversión pública a nivel nacional tiene un proyecto de S/ 15 millones sin ejecución en la primera mitad del año, y es una zona en la que el 53% de la población no tiene acceso al agua.
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Atomización
Para el ejercicio 2024, los datos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) dan cuenta de que en la región Cusco hay 6,063 proyectos de inversión pública y hay varios aspectos interesantes en torno a estos. Un primer punto resaltante es que 4,632 de estas obras (es decir, el 76%) son proyectos cuyo presupuesto no alcanza el millón de soles, lo que implica que vemos proyectos “atomizados”.
Poner estos datos bajo la lupa permite ver qué nivel de gobierno es el que enfrenta más dificultades para ejecutar sus recursos, y qué tipo de proyectos son los más complicados de avanzar. Así, por ejemplo, de los 2,085 proyectos sin ejecución, solo dos caerían en la calificación de “grandes” (más de S/ 10 millones de presupuesto), mientras que los proyectos “atomizados” (de menos de S/ 1 millón) que no tienen avance son 1,995.
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¿Uso productivo?
Luego de analizar la cantidad de recursos y el tamaño de los proyectos, es preciso evaluar en qué funciones se está usando el dinero. Al respecto Pía Quispe Lozano, coordinadora regional de ReAcciona, comenta que las prioridades según nivel de gobierno son distintas.
Así, por ejemplo, la economista anota que el Gobierno nacional destina 60% de su presupuesto a proyectos de transporte, un 12% a obras en salud y 11% a saneamiento. En tanto, el Gobierno Regional de Cusco asigna una proporción similar para la función de transporte, un 14% al sector agro y 12% a una función llamada “Planeamiento, Gestión y Reserva de Contingencia”. Esta última función, agrega Quispe, es una de las prioritarias a nivel de gobiernos locales, con 16% del presupuesto. Transporte y saneamiento se llevan una tajada similar.
La dominancia de la función de transportes es esperable por la ejecución de diversas carreteras para conectar la región o el megaproyecto del Aeropuerto Internacional de Chinchero. Sin embargo, una parte importante del presupuesto de la región se va a esta función de “Planeamiento, Gestión y Reserva de Contingencia” y el objetivo de esto, explica Pía Quispe Lozano, es atender los servicios de información, servicio de habitabilidad institucional y servicios operativos o misionales institucionales. “¿Es esta una verdadera necesidad de la población y que, además, logre cerrar brechas?”, cuestiona la especialista.
Finalmente, un aspecto no menor es identificar que hay 347 proyectos que tienen cero presupuesto en el año en curso, pero sí fueron considerados importantes y con necesidad de ser ejecutados durante la planificación realizada el año pasado. Esto refleja dificultades en el planeamiento interanual de las obras.
Pero, esta dificultad también funciona a la inversa, es decir, hay proyectos a los que se les asignó presupuesto este año y en el 2023 no fueron considerados prioritarios. Esto es resaltante justamente en la función “Planeamiento, Gestión y Reserva de Contingencia”, en la que hay 397 proyectos en la región Cusco, pero 270 de ellos recién se agregaron este año. En monto, esto implica poco más de S/ 104 millones que se asignaron “sobre la marcha”, sin una planificación previa. Es por esto que realizar un correcto diagnóstico del cierre de brechas es crucial para la efectividad de la inversión pública.
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¿Un común denominador?
Por Luis Fernando Alegría, Economista Jefe de ReAcciona
En una sociedad que se ha polarizado tanto, como la peruana, es fundamental intentar tender puentes encontrando puntos de consenso. Esto, que podría parecer una tarea titánica, se puede lograr construyendo sobre un común denominador, que es la importancia de la inversión pública como catalizador de bienestar para los ciudadanos.
Las ideologías de derecha o izquierda pasan a un segundo plano cuando hablamos de dos hechos puntuales: Las obras públicas son indispensables para que los hogares que no tienen agua, electricidad, internet, saneamiento, centros de salud o educativos a su alcance (por nombrar algunas brechas) puedan tener acceso a todo ello. Además del sentido de importancia capital, también es clave el sentido de urgencia: cada sol que no se ejecuta es un paso hacia adelante que no se da en el ansiado cierre de brechas.
Nosotros, desde la ciudadanía, no somos meros espectadores desde la tribuna. Estamos llamados a entrar a la cancha y jugar nuestro rol para ser vigilantes, propositivos, e incentivar que el dinero de todas las personas se use efectivamente, y con transparencia, en mejorar la calidad de vida de nuestro país. Está en nosotros sumar ese granito de arena para lograr que el crecimiento económico llegue a todos.
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