BRUSELAS, (Reuters).- Cuatro grandes crisis en la periferia de Europa amenazan con engullir a la Unión Europea, lo que podría hacer retroceder en décadas al ambicioso proyecto de unificación continental iniciado tras la Segunda Guerra Mundial.
La unidad, la solidaridad y la posición internacional de la Unión Europea están en entredicho debido a la crisis de deuda griega, al papel de Rusia en Ucrania, al intento de Gran Bretaña de cambiar sus relaciones con el bloque y de las llegada de inmigrantes por el Mediterráneo.
Si la Unión no es capaz de lidiar correctamente con cualquiera de estos problemas, podría agravar los demás, ampliando los peligros que enfrenta el "Proyecto Europa".
La suspensión de pagos de Grecia y el riesgo de que pueda salir de la zona euro es el reto más inmediato para la noción de una "unión más integrada que nunca" de estados y pueblos europeos.
"Las consecuencias a largo plazo de una salida de Grecia de la zona euro afectarían al proyecto europeo por completo. Sentaría un precedente que podría minar aún más la misma razón de ser de la Unión Europea", escribieron Fabian Zuleeg y Janis Emmanouilidis en un análisis para el centro de estudios European Policy Centre.
Aunque Grecia responde apenas por un 2 por ciento del producto interno bruto y de la población de la Unión Europea, la bancarrota del país tras dos rescates en los que sus socios europeos le prestaron cerca de 200.000 millones de euros (220.000 millones de dólares) es un enorme golpe para el prestigio del bloque.
Incluso antes de conocerse al resultado del referendo griego del domingo, el ambiente en Bruselas era tenso, con los griegos culpando a los alemanes, la mayoría de los demás señalando a los griegos, los economistas keynesianos culpando a la obsesión con la austeridad y las autoridades europeas enfatizando el éxito de los rescates que se han llevado a cabo en otros estados del bloque.
Con su destino aún incierto, Atenas ya ha dejado en evidencia que los fundadores del euro fueron ingenuos cuando declararon que la membresía al bloque monetario era inquebrantable.
Ahora, sus socios podrían intentar dar un portazo detrás de Grecia y tomar medidas rápidas para mantener unidos al resto de los miembros, quizás enmendando algunos de los defectos de diseño iniciales de la unión monetaria, aunque es probable que la oposición alemana evite cualquier intento de emisión conjunta de bonos gubernamentales.
La próxima vez que una recesión o una subida de los rendimientos de los bonos soberanos sacuda a la zona euro, los mercados recordarán el precedente de Grecia.
DESESTABILIZACIÓN
Con la tensión ya desatada en el Mediterráneo oriental debido a la guerra civil en Siria, el eterno conflicto palestino-israelí, la división no resuelta de Chipre y las disputas sobre los yacimientos de gas costa afuera, una Grecia destrozada podría volverse hacia Rusia en busca de apoyo.
A cambio, los helenos podrían vetar la próxima extensión de sanciones de la Unión Europea contra Moscú, o incluso ofrecerle acceso a instalaciones navales que una vez usó Estados Unidos.
Atenas ya lidia con el flujo de refugiados que huyen del conflicto en Siria e Irak y llegan a las islas del Egeo, buscando la ruta más segura para atravesar Europa en dirección a los países más prósperos del continente, como Alemania o Suecia.
La incapacidad para resolver la crisis griega después de cinco años de discusiones podría hacer parecer débil a la Unión Europea a los ojos del presidente ruso, Vladimir Putin, del presidente chino, Xi Jinping, y de otros que busquen expandir su poder.
Las autoridades de Bruselas son conscientes de que la crisis de la zona euro ha provocado renacionalización de la toma de decisiones en algunas materias y minado el "poder blando" del modelo de reglas europeas basado en la gobernación supranacional.
Además, ha debilitado la mano de la Unión Europea en temas relacionados con el comercio mundial y las negociaciones por el cambio climático.
Y lo peor aún puede estar por venir.
La exigencia de Gran Bretaña de renegociar los términos de su pertenencia a la Unión y someter el resultado a un incierto referendo en 2017 aumenta el riesgo de que el bloque pueda perder a su segunda mayor economía, su principal centro financiero y su principal potencia militar.
Dada la enemistad de Rusia con los británicos, a quienes ven como el aliado más cercano de Estados Unidos, Putin seguramente estaría encantado de que Gran Bretaña abandone al bloque.
La salida debilitaría a aquellos que apoyan una respuesta contundente al comportamiento de Rusia en Ucrania y Georgia y dejaría al bloque continental sin el principal socio de confianza de Estados Unidos en la región, aunque seguiría perteneciendo a la OTAN.
Todo ello podría fortalecer la posición de Putin en las negociaciones con la canciller alemana Angela Merkel, que ha liderado a la diplomacia europea en su intento de devolver a Ucrania el control de la totalidad de su territorio.