(G de Gestión) El crecimiento de la macrorregión sur se ha mantenido sólido durante los últimos siete años —gracias al peso de las regiones mineras del Cusco y Arequipa—, con una tasa promedio anual de 2.9%, por encima de la dinámica nacional. Y este 2023, mientras el valor agregado bruto (VAB) nacional se contrajo 0.3% en el primer semestre, las siete regiones que conforman esta macrorregión tuvieron un avance en torno al 3% por al efecto Quellaveco (la economía de Moquegua creció 46% en los primeros seis meses). Todo un contraste frente a la recesión productiva nacional.
Para el 2024, sin embargo, la consultora Maximixe proyecta que la zona sur del Perú se expanda solo entre 2% y 3%, en línea con el performance nacional y ante la falta de ejecución de proyectos. ¿Qué oportunidad tienen las siete regiones involucradas? Según el Instituto nacional de Estadística e Informática (INEI), uno de cada cuatro ciudadanos de esta zona del país está en situación de pobreza.
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Largo plazo
John González, presidente de la Cámara de Comercio de Cusco, explica que el sector minero en la región solo absorbe el 15% de los egresados cusqueños que estudiaron carreras afines a esta actividad. ¿La razón? El bajo nivel de preparación y capacitación. “Nos estamos acercando a la academia, a las universidades San Antonio Abad, Andina y Continental, para alinear la oferta educativa con la demanda”, señala.
A mediano plazo, no obstante, el gremio ha detectado que el sector de la construcción puede ser un nuevo motor de desarrollo, pues ha despegado tras la pandemia —con un crecimiento de casi 50%—, lo que demandará más egresados de las carreras de arquitectura y decoración de interiores.
En Apurímac, en tanto, Edward Palacios, presidente de la Cámara de Comercio de dicha región, manifiesta que se pueden encontrar nuevas oportunidades más allá de la minería: en los sectores agro y textil. “Hemos recibido la intención de China para enviarles 53 toneladas de palta por temporada, pero no tenemos el volumen”, explica. Con dos universidades claves, la Universidad Nacional Micaela Bastidas y la Universidad Tecnológica de los Andes, afirma que hay oportunidad de realizar investigaciones en materia de germoplasma y zootecnia para desarrollar fibras más finas de alpaca o ejecutar siembras de cultivos de exportación.
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Mientras tanto, Tacna vive un éxodo de profesionales, dice Corinne Flores, vicepresidenta de su Cámara de Comercio. Esto por falta de industrias que empleen a los jóvenes. “Es necesario que se permita el ingreso de inversión privada en las zonas cercanas a la frontera”, exhorta.
En Arequipa, por su parte, el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), socio de la Universidad Católica San Pablo, menciona que la tecnología puede ser otro motor de desarrollo en la región. En algún momento se habló de que se convertiría en el Silicon Valley peruano, gracias al “gran nivel” de los profesionales que egresan de los centros de computación, incluidos Senati, Tecsup y el Instituto del Sur. Sin embargo, esa meta ha quedado relegada. El otro reto identificado es mejorar el nivel gerencial de las empresas para que crezcan, según el CIES. Además de tecnificar la textilería, el nuevo clúster está relacionado con las inversiones en energías renovables, para lo cual se necesitará de ingenieros ambientales especializados.
Maximixe señala también que, en el mediano plazo, al empuje de la inversión minera se sumarían la explotación de litio y el mayor comercio carretero entre Brasil y el Perú por el resurgimiento de este último como hub multimodal sudamericano con el megapuerto de Chancay, la modernización del terminal del Callao y el posible nuevo puerto de Corío en Arequipa.
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