La tensión política en el país se ha incrementado en las últimas semanas. Pedidos de confianza por parte del Poder Ejecutivo y un tercer proceso de vacancia presidencial por parte del Congreso, hacen que el clima político inyecte una dosis adicional de incertidumbre al rumbo de la economía, que vive un proceso de desaceleración.
El crecimiento del 2023 sería de 2.5% según las últimas proyecciones de BBVA Research, tasa que estará por debajo del 2.7% estimado para este año. Sin embargo, la cifra del próximo año podría ser menor, pues el sesgo de las estimaciones es a la baja. “Si nos equivocamos, lo más probable es que sea para abajo que para arriba”, dijo el economista jefe de esta entidad, Hugo Perea.
Una de las razones principales razones para esta situación es una posible mayor afectación de la crisis política que afronta el país, como, por ejemplo, que proceda la vacancia presidencial, la cual sería considerada como un hecho disruptivo sobre la actividad económica, que incrementaría el nivel de incertidumbre para el sector privado, tanto para familias como para empresas.
Por ello, Perea afirmó que si bien en este momento no es posible establecer escenarios, el hecho de que se produzca la vacancia del presidente Pedro Castillo haría que el proceso de reacomodo político sea muy friccionado y con ello se afectarían las decisiones de gasto del sector privado, tanto de familias como empresas, en el corto plazo.
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Consumo e inversión afectados
Las previsiones de BBVA muestran que en un escenario de conflictividad alta en el 2023, como la que se vive actualmente, sin llegar a una situación extrema, en la que el ambiente para los negocios no es propicio, tanto el consumo como la inversión privada perderán dinamismo.
Por el lado del consumo privado, el próximo año las familias tenderán a gastar menos porque su poder adquisitivo seguirá erosionado por la continuación de una inflación elevada.
Además, habría altos costos para financiar adquisición de bienes durables y las tasas de ahorro se irán reduciendo, lo que restará apoyo al consumo. A ello se suma que no habría nuevas inyecciones de liquidez a las familias, como los retiros de AFP.
Mientras que en la inversión privada, las altas tasas de interés e inflación, y la confianza empresarial deprimida evitarán una mayor apuesta a invertir por parte de las compañías. A ello se añade que tras concluir la construcción de Quellaveco, las nuevas minas a desarrollar son de menor tamaño (como San Gabriel y Magistral), afectando la inversión minera. Algunos proyectos de infraestructura, como el del puerto de Chancay, podrían compensar el resultado minero, según el banco.
Así, BBVA estima que el consumo privado pase de crecer 4.6% en el 2022 a solo 2.4% el próximo año y la inversión privada. que caería 0.4% este año, tendría un crecimiento nulo en el 2023.
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Parálisis estatal
El exministro de Economía y Finanzas, Miguel Castilla, coincidió con el análisis de BBVA de que una posible vacancia del presidente Castillo incrementa la incertidumbre y con ello se afecta la inversión privada.
Pero además, afirmó que la crisis política que se vive actualmente viene generado una “parálisis del Estado”, especialmente en la toma de decisiones, porque no hay certeza de si el presidente y los ministros van a continuar. Además, el hecho de que la atención del Gobierno esté puesta en su propia sobrevivencia hace que no se enfoque en adoptar las políticas públicas que se requieren, dijo.
“Este es el caldo de cultivo para el desgobierno y la conflictividad social, como se está viendo en minería o en el sector del transportistas o el agrario. Toda esta situación, aparte de ahuyentar la inversión, lo que hace hace es crear esta sensación de ingobernabilidad y de falta de previsibilidad sobre la economía”, precisó.
Inflación sería menor a 3% recién a inicios del 2024
De acuerdo con BBVA Researh, la inflación en el Perú retornaría al rango meta de entre 1% y 3% recién en el primer trimestre del 2024. Esta previsión contrasta con la que tiene el Banco Central de Reserva (BCR), que espera que este objetivo se logre en el segundo semestre del 2023.
Hugo Perea explicó que se viene observado una inercia en algunos de los indicadores, como es el caso del petróleo, que si bien dejó de subir e incluso tuvo una moderación en las últimas semanas, no está retornando a sus niveles prepandemia, por lo que se estabilizaría en el precio actual (US$ 80 el barril de crudo Brent).
Situación similar se observa en los commodities agrícolas, que aún no retornan a nivel precovid. Respecto del trigo se prevé cierta estabilidad del precio actual con un ligero sesgo a la baja. Mientras que en el ámbito local, ante la subida de insumos, las empresas reaccionaron comprimiendo márgenes, y con una caída de precios (costos) internacionales buscarían recuperarlos.
“Todo eso hace que la inflación demore en descender y genere este efecto de fricción en el descenso”, precisó.
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En corto
Oportunidad perdida
Para el economista jefe de BBVA Research Perú, Hugo Perea, las buenas perspectivas para el precio del cobre (más allá de un bache en 2023) y un mayor desarrollo de obras de infraestructura podrían acelerar el crecimiento en dos o tres puntos porcentuales.
Sin embargo, el ruido político, que deteriora el clima para los negocios, y la mala calidad de políticas públicas que reduce la productividad y competitividad, serán un lastre que disminuye la probabilidad de aprovechar las oportunidades que se presentan, restando bienestar a los ciudadanos.