El criptoinvierno ha entrado en su novena semana y el bitcóin no ha podido escapar del frío.
Desde los aspectos técnicos hasta el volumen de negocio, los indicadores del mercado están en rojo o en amarillo para la mayor criptodivisa, que ha perdido un tercio de su valor en sólo dos meses.
¿Y ahora qué?
La limitada historia de bitcóin no es una gran guía para los inviernos de las criptomonedas, que se definen como una tendencia bajista de un mes o más.
Ha habido cinco desde el 2017 y tres desde el 2021. Las dos caídas del año pasado duraron 14 y 10 semanas e hicieron que el bitcóin perdiera entre un 45% y 47%. Si fuera típica, a la última baja -un 36% en ocho semanas- le queda camino pendiente por recorrer.
“El bitcóin simplemente no es atractivo para los inversores minoristas en este momento. Nadie ve realmente ese potencial del bitcóin para multiplicar diez veces”, señaló Joseph Edwards, jefe de estrategia financiera de la firma de gestión de fondos Solrise Finance.
De hecho, el contexto macroeconómico dista mucho de ser favorable para una clase de activos que ahora se considera claramente volátil y arriesgada, además de vulnerable a la inflación.
Cuando la preocupación por el aumento de las tasas de interés en el mundo y la geopolítica hacen que las acciones estadounidenses estén a punto de confirmar un mercado bajista, las criptomonedas ya no están en la lista de compras.
Sin embargo, incluso en el gélido desierto, hay algunos indicios de que el rey de las criptomonedas está preparando su regreso.
Por ejemplo, el bitcóin está sacando fuerzas del resto del mercado de las criptomonedas, y su relativa estatura proporciona cierto consuelo a los inversores que huyen de las altcoins, como las “stablecoins” o criptomonedas estables, consideradas muy arriesgadas tras el colapso de TerraUSD a principios de mayo.
El dominio del bitcóin -la relación entre su capitalización de mercado y la del resto de las criptomonedas- ha saltado a un máximo de siete meses de más del 44%, pese a la baja del precio.
“Los inversores institucionales, en particular, están huyendo a la seguridad, hasta cierto punto, del bitcóin, que tiene la mayor aceptación institucional”, señaló Marcus Sotiriou, analista del corredor de activos GlobalBlock, que tiene su sede en el Reino Unido.
La semana pasada, los futuros de bitcóin vieron su mayor posición larga neta desde que se lanzó el contrato en el 2018, mostraron datos de la CFTC, lo que indica que los operadores están incrementando sus posiciones para una eventual alza del precio de la criptodivisa.
Miedo y codicia
Sin embargo, son tiempos de miedo. El bitcóin ha perdido la mitad de su valor desde un pico del 10 de noviembre de US$ 69,000. Esta semana, está coqueteando con los US$ 30,000, después de haber tocado un mínimo de 17 meses de US$ 25,401 el 12 de mayo.
Sigue siendo el mayor activo digital por capitalización de mercado, pero el valor de mercado de todas las criptodivisas se sitúa ahora en US$ 1.3 billones, menos de la mitad del máximo de US$ 3 billones de noviembre.
El índice bitcóin Fear & Greed de la plataforma de datos Coinglass sobre la confianza del mercado -donde 0 indica miedo extremo y 100 codicia extrema- está rondando el 13.
Ether, el token número 2 por valor de mercado, ha rondado la marca de los US$ 2,000, y ha bajado un 60% desde su máximo de US$ 4,868 el 10 de noviembre.
Bilal Hafeez, director general de la empresa de investigación Macro Hive, señaló los US$ 2,300 y US$ 2,500 como niveles clave y advirtió que si no se mantiene por encima de cualquiera de esas marcas a corto plazo sería una señal bajista.
El mercado de criptomonedas está acobardado.
La firma de análisis de “blockchain” (cadena de bloques) Glassnode dijo el 9 de mayo que el bitcóin a US$ 33,600 pone al 40% de los inversores bajo la línea de flotación.
“Mucha gente se pregunta qué debe hacer con sus monedas: ¿seguir aguantando por la vida o contabilizar las pérdidas y seguir adelante?”, dijo Lindsey Bell, estratega jefe de mercados y dinero de Ally Invest.
“Es un buen recordatorio de que las criptomonedas probablemente no deberían ser más que, digamos, el 1%-2% de su cartera”.