
Perú es el país número 29 —y el nuevo ingreso— ante el escrutinio del Edelman Trust Barometer 2025, el informe global que anualmente mide los niveles de confianza de las naciones respecto de sus gobiernos, empresas, medios de comunicación y diversas ONG.
Los resultados han sido “reveladores”, señala Carolina Palacios, gerenta general de Edelman Perú. En exclusiva para Gestión, la vocera pormenoriza el peso de los insights con vista a las elecciones 2026. ¿Qué hallazgos destacan?
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¿En quiénes confían más los peruanos?
El barómetro arranca con la clasificación Desconfianza, que va desde el 1% hasta el 49%; continúa con el rango Neutral, del 50% al 59%; y finaliza con el intervalo de Confianza, del 60% al 100%.
Ante esa distribución, Perú registra un índice general de confianza del 37% en el 2025; es decir, se ubica en la categoría de Desconfianza. Cabe destacar que la nación con la puntuación más alta es China, con 79%.
Con la lupa puesta sobre los datos, se evidencia que, en nuestro país, con un 51% (5 de cada 10), hay una mayor proporción de creencia hacia el empresariado (dentro del rango Neutral). Por debajo se ubican las ONG (39%), los medios (36%) y el gobierno (21%).
“Los peruanos no confían en ninguna institución, pero las empresas están en territorio Neutral. Sin embargo, no están en un neutral tirando a positivo, están muy cerca de la Desconfianza”, aclara Palacios.
Dos factores convergen, según la experta, y conforman esta cuota de certidumbre. “La confianza en las empresas subió considerablemente en la época de la pandemia porque muchas de ellas lograron generar cambios rápidos en la sociedad”, sostiene. Y observa como segundo factor al “sentido de competencia”, el cual dinamiza las estrategias de posicionamiento.
Ante este escenario ligeramente optimista, “el empresariado es el llamado a tomar gran parte de la acción para reconstruir la confianza en el país”, advierte la vocera.
En detalle, el beneficio aún por explotar está en el terreno de las empresas. Ninguna de las otras instituciones lo posee.
“Con vista a estas próximas elecciones, el empresariado tiene un trabajo importante. Si queremos un mejor país, no solamente necesitamos buenas autoridades, también necesitamos agentes de cambio que alcen la voz y pidan institucionalidad, democracia y prosperidad. Y creo que son las empresas, dado que tienen este nivel de confianza más elevado, las encargadas de verbalizar y a visibilizar la necesidad”, enfatiza.

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¿A mayor ingreso, mayor confianza en las empresas?
Otra conclusión del informe vincula a la credulidad con el nivel adquisitivo: en Perú, solo las personas de ingresos altos confían en las empresas, el resto de instituciones no despierta la misma fe.
Hay 13 puntos de diferencia entre el índice de confianza de aquellos con gran capacidad económica (44%) y de aquellos con poca (31%). Aun así, el empresariado muestra mayor porcentaje, 64% y 40%, respectivamente.
El gobierno, las ONG y los medios continúan en rojo para ambos grupos sociales.
“Esto tiene que ver con el concepto de agravio. Las personas más afectadas, con mayor percepción del sentido de injusticia, de hartazgo, suelen estar en niveles socioeconómicos más bajos. Es natural que las personas con niveles socioeconómicos más altos tengan un sentido de confianza mayor porque sienten que el sistema no los ataca directamente”, analiza Palacios.
Recuerda, en ese sentido, que la misión del empresariado es encender el mechero para procurar mayor igualdad.
“La tarea de los líderes empresariales es trabajar temas de empatía, de sentido de pertenencia, de un liderazgo con propósito”, enumera.
“Una empresa no es la llamada a resolver los problemas del Perú, pero puede contribuir con activismo institucional, activismo empresarial, sostenibilidad, responsabilidad social-corporativa. El otro tema importantísimo es la visibilidad. Hay empresas que ejecutan un trabajo sumamente coherente y, sin embargo, no lo dan a conocer”, complementa.
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Sectores y roles más confiables
Para los peruanos, ocho de 17 sectores industriales son confiables. Lideran —en el rango positivo— Tecnología, Energía, Comida y bebida, Hoteles y hospedajes, Manufactura, Automotriz, Aerolíneas, Moda y Entretenimiento. Los restantes se ubican en la zona Neutral y ninguno llega al área de Desconfianza.

Si bien la encuesta no revela por qué se mueve así la participación de los rubros, Palacios cae en cuenta de la proximidad de la ciudadanía con algunos de ellos, lo cual inclina la balanza de la percepción.
“Los ciudadanos pueden tener mucho más acceso a la tecnología que a una empresa minera, por ejemplo”.
Con respecto a los perfiles que cuentan con mayor credulidad por parte de los peruanos, los científicos y docentes son quienes destacan.
“Son personas que manejan información. Y, al manejar información, son las llamados a incidir en la construcción de confianza siempre y cuando entiendan, además, el contexto, los dolores, las necesidades”, dice la representante de Edelman. En suma, “que conozcan la empatía”.

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Efectos del activismo hostil
El activismo, entendido como un comportamiento dinámico que apunta a un objetivo muchas veces político, registra una contrariedad en Latinoamérica: cuatro de cada 10 jóvenes ven en el accionar hostil un medio para impulsar cambios.
“Entendamos activismo hostil como masificación de noticias falsas, ataques en línea, daños a la propiedad, inclusive actos de violencia”, rescata Palacios.
Frente a esta ‘alternativa’ poco saludable, Perú muestra una tendencia a la baja: “Uno de cada tres peruanos considera que el activismo hostil es legítimo”, puntualiza la vocera.
No obstante, la alarma sigue encendida. “Quisiéramos ponernos en el terreno optimista al decir que tenemos el índice más bajo y que somos una sociedad desmovilizada. Y sí, probablemente seamos la más desmovilizada de Latinoamérica, pero no significa que estemos lejos de la amenaza”, explica.
Al respecto, reflexiona que la población joven es la más vulnerable.
“Tienen mayor acceso a redes sociales, mucho más acceso a poder diseminar información falsa también”, reitera.

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¿Cuál es la consecuencia de la desconfianza?
De acuerdo con el estudio, en Latinoamérica hay un declive común de desconfianza en los líderes: el 78% considera que las cabezas gubernamentales engañan intencionalmente a las personas mediante declaraciones falsas o exageraciones desproporcionadas.
Y un 76% repara en lo mismo, pero con respecto a los líderes empresariales y a los periodistas.
La grieta que dejan estas cifras en un país se evidencia en el carácter colectivo.
“El agravio genera pesimismo generalizado. Lo que hace este pesimismo es evitar construir una percepción de que voy a prosperar. Genera, así, una barrera para la percepción de avance en el Perú y en el mundo. [...] Hace que se rompa este círculo virtuoso en el cual puede haber temas de inversiones y desarrollo”, expone.
Y una constatación del desánimo compartido es el porcentaje de aquellos que, en Perú, estiman peores posibilidades económicas para la próxima generación: un 34%. El porcentaje es igual al de Brasil.
“Creer que la siguiente generación la va a pasar peor que yo genera una polarización mayor sobre el sentimiento de agravio. [...] Ya el 80% de los peruanos se siente altamente agraviado. Es el índice más alto del mundo. [...] Por eso es importante trabajar desde aquellas instituciones que tienen más confianza”, concluye.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.