Las protestas sociales tienen un impacto indudable en la economía de los países afectados y en el caso de Latinoamérica se suman a un crecimiento muy lento que impide reducir las tasas de pobreza rampante, dijo el secretario ejecutivo de la Cepal, el organismo económico de la ONU para la región, José Salazar-Xirinachs.
“Nosotros reflexionamos sobre la gobernanza y la calidad de las instituciones, y hay que entender que la mala política puede matar la economía. Cuando los países entran en círculos viciosos de protestas sociales y desestabilización política, la economía sufre mucho”, afirmó en una entrevista con EFE.
Sobre Perú, el caso actual más grave de convulsión social en Latinoamérica, el responsable de la Cepal dijo que se necesitan “diálogos para lo inmediato”, que den pie a una negociación, aunque reconoció que “no son ejercicios fáciles porque cuando hay un ambiente en el que la gente está enardecida y resentida, por lo que percibe como represión, el ambiente es difícil para el diálogo”.
“La polarización extrema, las crisis de constitucionalidad y los cambios muy frecuentes de gobiernos siempre terminan desbordándose al campo económico. Es un reto político que las fuerzas sociales y los gobiernos lleguen a acuerdos para volver a la estabilidad”, agregó Salazar-Xirinachs, quien participa en la sesión anual del Foro Económico Mundial de Davos.
El economista, quien asumió la dirección de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el pasado octubre, explicó que la región sufre un crecimiento económico “estructuralmente bajo” y que no se puede achacar sólo a la pandemia o a las repercusiones de la guerra en Ucrania, aunque estos eventos evidentemente no ayudan.
Según las previsiones más actualizadas, Latinoamérica crecerá en 2023 aún menos que el año pasado (1.3% frente al 3.4% en el 2022).
La consecuencia será que “la pobreza no bajará” en el 2023 del umbral del 32% (201 millones de personas) en el que prácticamente se encuentra en la actualidad, aunque algunos países que estén por encima del crecimiento medio proyectado (al menos entre el 3% y el 4%) sí podrían reducir su número de pobres y pobres extremos.
En el plano económico, este año la única noticia positiva que se espera para la región es que la inflación no seguirá subiendo, aunque se mantendrá elevada. Si se cumple, esto relajará la presión sobre las tasas de interés, que también podrían ya haber alcanzado su tope.
Aunque las miradas de esperanza de los líderes que asisten al Foro de Davos están puestas en China -ya que se espera que tras pasar la página de la política anticovid vuelva a convertirse en el motor de crecimiento de la economía global-, Salazar-Xirinachs descartó que la potencia asiática pueda cumplir este rol en el contexto latinoamericano en un futuro próximo.
“Las tasas de crecimiento previstas este año para China están muy lejos de las que le convirtieron, después de la crisis del 2008 y 2009, en un gran factor de dinamismo en América Latina por el bum de las materias primas. China está muy volcada a su mercado interno”, explicó.
No obstante, Chile -por sus importantes exportaciones de minerales a China- podría beneficiarse de manera considerable.
Fuente: EFE