El calor que caracteriza al verano deja una huella en el ánimo y también en el escenario económico: se vincula con la disminución de la productividad durante la jornada laboral. Por ello, en el 2019, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideró al estrés térmico en su contenido y lo definió como un exceso de bochorno en el cuerpo, superior a los niveles que este puede tolerar sin afectar las capacidades fisiológicas.
En el Perú, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) ya se ha pronunciado sobre la estación que inició el 21 de diciembre del 2024 y que culminará el 20 de marzo del 2025. Al respecto, aseguró que, al menos en Lima Norte y Lima Este, se registrarían temperaturas superiores a los 29°C desde la segunda semana de enero; mientras que en otras zonas del país se podrían superar los 31°C. ¿Cómo se traduce el apunte climatológico en la dinámica laboral?
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A más calor, menos productividad
La OIT determinó que la productividad laboral disminuye cuando la temperatura supera el rango de 24 a 26 °C. No obstante, cuando alcanza los 33 o 34 °C, con una intensidad de trabajo moderada, los operadores pierden un 50% de su capacidad.
“La exposición a niveles de calor excesivo puede propiciar una hipertermia, e incluso en ocasiones conducir a un desenlace fatal. Afecta a los trabajadores de todos los sectores, pero algunas profesiones padecen mayores riesgos porque entrañan más esfuerzos físicos y/o se desarrollan en el exterior”, recoge en su informe. También nota que la pérdida de rendimiento que causa el calor se concentra en las regiones donde las condiciones del mercado de trabajo ya son precarias; es decir, con tasas elevadas de empleo vulnerable y pobreza.
Por lo general, son las actividades enmarcadas en la agricultura, bienes y servicios medioambientales, construcción, recolección de residuos, trabajos de reparación de urgencia, transporte, turismo y deportes. En esa línea, Óscar Chávez, jefe del Instituto de Economía de Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima, identifica, en el contexto peruano, una lista similar: agricultura, minería, manufactura, construcción y turismo.
Sobre si el Perú se encuentra o no preparado para paliar el estrés térmico, el experto opina que en el retail moderno y los servicios financieros sí, pero que en “la construcción, la agricultura y la manufactura es más complicado porque se trabaja al aire libre, lo cual minimiza la posibilidad de enfrentar altas temperaturas”.
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El foco en la agricultura
Gabriel Amaro, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), precisa las afectaciones en el rubro. “Las plantas se desarrollan en condiciones favorables, pero cuando alguna de las variables climatológicas se dispara, ya sea, por ejemplo, mucha lluvia o un calor excesivo, se altera el desarrollo normal. [...] La planta puede que requiera más de un tipo de fertilizante para fortalecer algún elemento”, inicia.
“La agricultura moderna está en zonas aledañas al desierto, que son cálidas y con condiciones muy complicadas. [...] Dependiendo de la labor y de la etapa en que se encuentre el cultivo —poda, cosecha, mantenimiento, supervisión o más—, las empresas tienen que prever las condiciones de trabajo y dotar al personal con los elementos que requiera”.
Advierte, por ello, la obligatoriedad de protectores, gorros e hidratación, pero, sobre todo, la urgencia de atender al reglamento de seguridad y salud en los trabajo: “Hay procedimientos para cada operación y elementos que se usan dependiendo de la zona donde estás”, destaca. Asimismo, las empresas se rigen bajo manuales, comités de seguridad y supervisiones permanentes de Sunafil, apunta.
La OIT, por su parte, detecta que el estrés térmico puede constituir además un factor que impulse a los trabajadores agrícolas a abandonar las zonas rurales en busca de mejores perspectivas en las ciudades o en otros países. En detalle, subraya que durante el periodo 2005-2015, los niveles más elevados de estrés térmico se asociaran con el crecimiento de los flujos migratorios, una tendencia que no se había observado en la década previa.
“Esto bien puede ser una señal de que las familias tienen cada vez más en cuenta el cambio climático en sus decisiones con respecto a la migración”, figura en el estudio.
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Huella en la infraestructura del país
El vocero de la CCL detalla otros impactos en torno a la dinámica laboral: restricciones de las actividades turísticas y el fenómeno El Niño. “Las temperaturas elevadas originan impactos climatológicos que pueden afectar la infraestructura de un país. En el caso del fenómeno El Niño, por ejemplo, las zonas más afectadas son las del norte: Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Áncash”, declara.
Tras la enumeración, comparte sus estimaciones: “Estas regiones poseen alrededor del 17 o 18% del PBI total. [...] Si sufren altas temperaturas y enfrentaran el FEN, impactan en el 25% del PBI agrícola y el 16% del PBI del sector comercio”.
Recuerda, en esa línea, que en el FEN de 1983, el PBI del territorio blanquirrojo cayó más del 10%, y en el de 1997, el PBI creció 2%. “Ahí hemos tenido una curva de aprendizaje importante, pero seguimos teniendo las consecuencias en infraestructuras”, concluye.
¿Cómo enfrenta el Perú el estrés térmico?
El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) brinda alcances frente al estrés térmico y se guía de la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo. Sugiere, así, una evaluación de riesgos para los trabajadores potencialmente expuestos.
Algunos de ellos son el ritmo de trabajo —mientras más exigencias y tiempo, más calor se produce—, el clima de trabajo —temperatura del aire, movimiento del aire, humedad y cercanía a fuentes de calor— y la ropa de trabajo y equipos de protección personal para favorecer la regulación de la temperatura.
Considera también a la información como una arista importante: “El empleador debe asegurarse de que tanto los trabajadores como los supervisores conozcan los efectos del calor en la seguridad y salud, así como las medidas de prevención y protección. La formación e información que el empleador proporciona a sus trabajadores debe estar acorde a las condiciones del lugar de trabajo y a las características del puesto”, se especifica en el manual.
En cuanto a las medidas técnicas, el MTPE recomienda aislar las instalaciones o fuentes que generan calor, proporcionar a los vehículos cabinas cerradas con aire acondicionado, utilizar superficies no reflectantes para evitar el destello de la radiación solar, brindar zonas con sombra donde los trabajadores puedan refrescarse tras breves periodos de intensa exposición al calor y proporcionar blindajes —por ejemplo, escudos absorbentes—. En condiciones extremas, brindar prendas refrigeradas por agua o por aire, chalecos de hielo, abrigos humedecidos y delantales o trajes reflectantes.
Acerca de las medidas organizativas considera oportunas limitar el tiempo en el calor o aumentar el intervalo de recuperación en una zona de descanso, permitir pausas para que el trabajador pueda hidratarse y contar con un plan de respuesta ante emergencias.
Panorama 2030: De acuerdo con lo que recoge la OIT, en el 2030 el estrés térmico impulsaría una reducción del 2.2% en el número total de horas de trabajo en el mundo. “Si, por el contrario, pensamos en que las tareas agrícolas y de construcción se realizan a pleno sol, en el 2030 la pérdida prevista de horas de trabajo en todo el mundo aumentará a un 3.8%, el equivalente a 136 millones de puestos laborales”, se puede leer en el documento.
Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.
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