Durante su presentación en la última edición de CADE Ejecutivos, el exministro de Economía y Finanzas, Waldo Mendoza, afirmó que el Perú está obligado a crecer, ya que “no hay ningún país en el mundo que ha bajado su pobreza sin crecimiento económico”.
¿El Perú es un milagro o un desastre?, se preguntó al inicio de su disertación. Para el exministro hay indicadores que reflejan el “milagro” que trajo el crecimiento económico -hasta antes del covid-, uno de ellos es el PBI per cápita del 2019, que llegó a ser 2.5 veces mejor que 1990.
Otro indicar que mostró es el crecimiento de la recaudación económica, producto del crecimiento que tuvo el país antes del covid.
Ya que el ingreso per cápita real del Gobierno fue 10 veces en el 2019 que en 1990, lo que implica que tenían más recursos que hace 29 años, a lo que se sumó que el gasto público per cápita también se multiplicó casi por 10. “En promedio, los gobiernos Nacional, regional y local han tenido en promedio 10 veces más recursos en términos reales y per cápita respecto a 1990″.
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También calificó de “falso” que no se hayan reducido los índices de pobreza como resultado del crecimiento económico. Según la Enaho -afirmó para fundamentar su posición-, en los hogares pobres casi el 70% de sus ingresos proviene del trabajo (del PBI) ,mientras que el otro 20% proviene de transferencias directas hechas por el Gobiernos (bonos, Pensión 65, entre otros), las que vienen de la recaudación.
Ante ello, usando data del Banco Mundial, en 1997 más de la mitad de la población peruana era pobre. Sin embargo, 22 años después -justo antes de la pandemia- la pobreza solo afectaba a una quinta parte de la población, lo que está relacionado con el crecimiento macroeconómico.
Así como hay indicadores que sustentan el “milagro” peruano, también hay un “desastre” relacionado con la salud y la educación. Por ejemplo, recordó que el gasto per cápita por salud en 2019 apenas superaba al gasto per cápita de Bolivia y Venezuela.
Mientras que en educación, en las pruebas PISA que se realizan para medir la calidad lectora, en matemáticas y ciencias de los estudiantes peruanos, casi siempre “estamos en cola”.
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“Entonces, el Perú ¿es un milagro o desastre? Ni milagro ni desastre, en realidad cuando se mira la salud y educación, en lo que parece un desastre, aparecen luces”, comentó. En caso del sector Salud, explicó que el gasto per cápita del 2019 fue 3.2 veces mayor en relación al 2000. Si la pandemia ocurría en dicho año, dijo, la tragedia se hubiese multiplicado.
“No estamos mal. Hemos avanzado”. Mientras que en Educación, si bien en las pruebas PISA el Perú esta en cola, sin embargo somos uno de los países que más ha avanzado en capacidad lectora, matemáticas y ciencias en relación a los otros países que participan de la prueba voluntariamente. “Algo bueno hemos estado haciendo antes. Los buenos ministros de Educación que tuvimos antes seguramente explican ello”.
¿Qué pasa entonces?
El Perú, para el exministro de Economía y Finanzas, “no está creciendo lo suficiente”.
“En cualquier ranking siempre aparecen como punteros Chile y Uruguay. No tengo idea de cómo es la política educativa o de salud en ambos países, pero el PBI per cápita de Chile y Uruguay es casi el doble que el PBI per cápita de Perú. Esa es la explicación, cuando el PBI per cápita es más alto se puede acceder a una mejor educación, salud e infraestructura. El truco es el PBI per cápita”, subrayó.
Para el economista, no existe ningún país en el mundo que haya bajado sus índices de pobreza sin que el PBI per cápita haya crecido sustantivamente, como tampoco hay un país en el mundo que haya crecido sustantivamente y que haya bajado sus índices de pobreza.
Incluso dijo que si se hiciera una fina política social, no se bajaría la pobreza, ya que los programas sociales de cualquier Gobierno son socios minoritarios para el bienestar y crecimiento económico.
“Hay que crecer, que es en realidad lo más importante. Es decir, voy a decir algo obvio, estamos obligados a crecer y la vía para crecer es la inversión privada. O sea, estamos condenados a elevar la inversión privada”, mencionó.
Vale recordar que en la víspera, el MEF recortó sus estimados de crecimiento para el Perú en el 2022, pues ya no espera que el producto bruto interno (PBI) crezca 3.3%, sino solo entre 2.7% y 3%. Mientras que el FMI rebajó, en octubre, las proyecciones de crecimiento de Perú en el 2022, de 2.8% a 2.7%, mientras que para el 2023, la recortó de 3% a 2.6%.
El BCR, por su parte, mantiene una proyección de avance del PBI de 3% este y el próximo año.
Para qué elevar la inversión privada
Para que un país como Perú avance bien se debe a diversos factores como un buen modelo de desarrollo o porque tiene un buen piloto o por condiciones externas favorables. “Hoy, el modelo de desarrollo está intacto. Las condiciones internacionales están en contra, pero lo más preocupantes es la gestión pública”.
Una muestra de la situación actual de la gestión pública -acotó- es el manejo de Petroperú, cuyos bonos han sido catalogados como ‘basura’. A lo que se suma la situación del MTC. “La inversión pública del MTC entre enero y octubre 2022 en relación con similar periodo de 2021 ha caído en 25% en términos reales, casi como en la pandemia sin covid”, indicó.
A lo que se agrega la compra de fertilizantes, que va en su cuarto intento sin resultados positivos. Ante este panorama, para el exministro se puede hacer muy poco debido a que el determinante para la promoción de la inversión privada es la confianza y la certidumbre.
“Hoy estamos igualito que el último año del gobierno de Alan García en términos de incertidumbre. Antes era la hiperinflación, el 40% de inflación mensual que impedía a las empresarios ver el futuro. Ahora es la incertidumbre política. ¿Seguirá Castillo como presidente hasta el 2026?, ¿habrá cuestión de confianza y si sigue seguirá haciendo lo mismo que hasta ahora?”, subrayó.
Para el exministro, hacia adelante hay “buenas noticias” debido que se sabe cómo generar un boom de inversión. Se ha hecho en el pasado con la minería. A lo que se suma que la agroexportación es ahora tres veces mas grande.
“¿Cómo se hace? Combinando lo que Dios nos ha dado con políticas públicas inteligentes, con una burocracia sofisticada. Ese ejemplo puede replicarse. Pero la inversión (privada) no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para el crecimiento económico que es para bajar la pobreza y mejorar el bienestar. Hacía alía íbamos, por lo que hay que recuperar el norte”, finalizó.