La incertidumbre sobre la economía aún se mantiene, pues pese a la proclamación de Pedro Castillo como presidente electo para el periodo 2021-2026, aún no se tiene claridad de la política económica que seguirá en el próximo quinquenio.
Con ello, el BBVA ve con menos optimismo el rebote económico de este año, precisamente por la cautela que se generará en el segundo semestre, sobre todo por el gasto privado, a la espera de las medidas que tomará la administración de Castillo.
Mientras hace tres meses se esperaba un crecimiento de 10% para el 2021, ahora esta previsión se ha reducido en un punto, a 9% y con sesgo a la baja.
“En el balance estamos sesgados a la baja. Si en este momento nos equivocamos lo más probable es que sea para abajo”, explicó el economista jefe del BBVA Research, Hugo Perea.
De acuerdo con cálculos realizados por el economista de Macroconsult, Élmer Cuba, cada punto de crecimiento impacta en 120,000 puestos de trabajo.
Razones
Perea refirió que si bien en los primeros seis meses del año el desempeño de la economía ha sido “aceptable”, ya se observa una pérdida de impulso en el segundo trimestre. Incluso cuando uno hace el análisis desestacionalizado se observa alguna ralentización.
El impacto de la nueva administración vendrá en la segunda mitad del año. Si bien el escenario base es que el Gobierno de Castillo haría una gestión responsable en términos macroeconómicos, le tomaría tiempo ganar credibilidad. Así, el ruido, ansiedad e incertidumbre por el lado empresarial duraría algunos meses, mientras se esclarecen las medidas del nuevo Gobierno.
Con ello el principal impacto se sentirá en la inversión privada. “En términos comparativos de niveles 2019, de niveles prepandemia, estamos asumiendo que básicamente la inversión privada se mantiene estancada. Eso juega con nuestros supuestos de cautela”, afirmó Perea.
Elementos negativos
El economista refirió que en la previsión de riesgos hay más elementos negativos que positivos que podrían ocurrir en el segundo semestre. En este balance, una vacunación más acelerada jugaría a favor de la actividad económica.
Por el contrario, juegan en contra un incremento de la incertidumbre vinculada al entorno político, nuevas variantes del virus que podrían generar una tercera ola, aunque controlada, entre otros.
Difícil consolidación fiscal
Entre las decisiones que debe tomar el nuevo Gobierno está crear una nueva trayectoria de consolidación fiscal, que permita llegar a un déficit de 1% del PBI en un determinado plazo. El MEF en el Informe de Actualización de Proyecciones Macroeconómicas (IAPM) plantea que esto se logre en el 2026.
Sin embargo, para el BBVA esto no se cumpliría y estima que este año el déficit fiscal sería de 4.2% y que luego se mantendría en 3.2% cada año entre el 2022 y el 2026.
En el caso de la deuda pública, estiman que tenga una tendencia creciente en los próximos años y llegue a 43% del PBI en el 2026.
Perea explicó que las razones para esta previsión son que no habrá medidas adicionales por el lado de los ingresos, como una reforma del impuesto predial o del ISC; y que además muchos de los gastos extraordinarios por la pandemia se mantendrían.