Los créditos de consumo, que en los últimos años fueron los más dinámicos, reportaron al cierre del sexto mes del año su menor ritmo de crecimiento anual desde agosto del 2002.
En el contexto de crisis económica, los préstamos de consumo (que incluyen las tarjetas de crédito) terminaron junio con un avance de solo 1.6% respecto a igual periodo del 2019, según estadísticas del Banco Central de Reserva (BCR).
El año pasado estos créditos crecieron 12.8% y mantuvieron similar velocidad en los dos primeros meses del 2020, pero desde marzo empezaron a desacelerarse tras las medidas tomadas para contener el covid-19 (ver gráfico).
El fuerte freno del financiamiento de consumo se explica por una combinación de factores de oferta y demanda, coincidieron en señalar a Gestión gerentes del sector financiero.
Solicitudes
Y es que el ambiente en el que operan los negocios cambió dramáticamente en pocos meses: la economía se contrajo, se perdieron empleos y los ingresos de muchas familias son afectados.
Por un lado, la incertidumbre de las personas en torno a sus ingresos ha impactado en el consumo y en las solicitudes de crédito, indicó Walter Rojas, gerente central de Negocios de Caja Cusco. Incluso los clientes más cautelosos están haciendo un stop en el uso de sus tarjetas de crédito y las están reservando para problemas de salud, dijo.
“Hay muchos rubros que hoy día están paralizados y la gente necesariamente no está demandando créditos de consumo, más bien tienen una mayor propensión al ahorro, están guardando pan para agosto”, señaló Juan Carlos García Vizcaíno, gerente general de BanBif.
A su vez, las entidades financieras también están siendo más cautas en sus colocaciones de créditos de consumo, principalmente en segmentos de clientes de mayor riesgo, con calificación crediticia más baja y menores ingresos.
“Los bancos estamos tomando todas las precauciones para no generar malas deudas”, confirmó Renato Reyes, gerente de Finanzas de Banco Ripley. Los comités de riesgo de los bancos están muy ácidos y están controlando mucho el riesgo y la válvula de colocación de préstamos de consumo, refirió.
Precaución
Esa precaución se traduce, por ejemplo, en un recorte de hasta en 50% de las líneas de los créditos de consumo para parte de los clientes, señaló Walter Rojas. Los bancos y microfinancieras están ajustando las líneas de crédito más conservadoramente en función de los nuevos niveles de ingresos, acotó.
Así, hay un grupo de personas que han sufrido recortes en sus remuneraciones, pérdida de empleo o sus empresas se acogieron a la suspensión perfecta de labores, y por tanto, se han quedado en el aire, indicó Rojas.
Reyes precisó que no se trata de asfixiar a esos clientes de mayor riesgo y dejarle en cero sus líneas de consumo. “Se les está manteniendo una línea base para que puedan seguir teniendo cierta actividad de consumo”, dijo.
En los meses de cuarentena, la oferta de crédito se redujo también porque no toda la fuerza de venta de la banca estuvo activa, pero, sobre todo, porque los modelos estadísticos y de score que usa la banca para preaprobar masivamente los préstamos de consumo se han ‘descalibrado’ ante el deterioro de la economía, sostuvo García Vizcaíno.
Radar malogrado
“Esos modelos que se usan para estimar los ingresos y la propensión de pago de los clientes tienen que volverse a rearmar, el radar se ha malogrado y no podemos tirar tantas balas como antes”, detalló.
Refirió que, por ejemplo, los clientes con un préstamo reprogramado no pueden acceder a uno adicional. Según la SBS, el 53% de la cartera de créditos de consumo fue reprogramado.
Oferta va a clientes con bajo riesgo
Pese al mayor riesgo, las entidades financieras han seguido colocando créditos de consumo, aunque de modo más segmentado. “La oferta existe, pero se está destinando a las personas con buen riesgo, es una oferta muy segmentada y la vamos a seguir viendo en los siguientes meses”, dijo Renato Reyes, gerente de Finanzas de Banco Ripley.
Walter Rojas, gerente central de Negocios de Caja Cusco, señaló que incluso para los clientes de bajo riesgo hay oferta de tasas de interés preferenciales. Refirió que un primer bloque de segmentación del financiamiento de consumo corresponde a préstamos por convenio, sobre todo para trabajadores del sector público y de empresas privadas que han seguido operando. Después hay un grupo de trabajadores dependientes pero que han sufrido algunas restricciones en sus ingresos, y un tercer grupo que ya empezó a trabajar aunque con menor remuneración.
Juan Carlos García Vizcaíno, gerente general de BanBif, coincidió en que los préstamos por convenio representan una oportunidad dada la mayor estabilidad laboral de los empleados públicos.