
Una foto del panorama de la economía peruana muestra un importante crecimiento de la actividad nacional, pero la película completa presenta diversas preocupaciones, relacionadas principalmente a los indicadores de finanzas públicas y las condiciones en que las entregará el Gobierno de Dina Boluarte a la siguiente gestión.
En entrevista con Gestión, Alfredo Thorne, extitular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y director de Thorne Associates, también observa una segunda parte del año bastante distinta a la primera y, en general, un lamentable deterioro de la institucionalidad, donde destaca un débil MEF.
La economía peruana creció casi 4% en el primer trimestre. ¿Es un avance sostenible? ¿Preocupa algún driver?
Hay una combinación de factores, sobre todo, una mayor inversión privada, pero creo que no va a durar mucho. Después hubo gasto público y consumo privado, dinamizado por factores temporales. Creo que entramos a un proceso en el que el riesgo político va a tomar mayor preponderancia. Y también incide el nivel internacional. Entraremos a una segunda mitad del año con muchos vientos en contra, después de haberlos tenido a favor.
En el campo del mercado laboral, ¿la variación de los diferentes indicadores es saludable?
Hay dos lecturas. A nivel nacional, hay todavía muchísimo desempleo en provincias. De otro lado, donde se ha generado más empleo adecuado es en Lima. Lo preocupante es que, al juntarse con los datos de pobreza, se ve que se está haciendo crecer la población vulnerable, fundamentalmente informal, que no tiene seguridad social, permanencia, y que rápidamente puede caer en la pobreza ante una desaceleración económica.
Se tiene más de 40 partidos inscritos para las elecciones. ¿Qué impacto tendrán en la economía?
En el corto plazo, la incertidumbre va a aumentar. Hoy los partidos no son partidos, sino vientres de alquiler, con nombre y apellido. Es la privatización de los partidos. Entonces, no es una campaña necesariamente en base a la ideología y a propuestas de qué hacer con la economía, con la política, con políticas públicas. Eso genera mucha incertidumbre. Probablemente, también tengamos una elección muy complicada en el sentido que, probablemente, un candidato va a ser de derecha y el otro va a ser de izquierda, muy radicales.
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¿Y camino al Legislativo?
Soy más positivo y es que muy pocos partidos, creo, van a poder entrar al Congreso o al Senado. Lo es porque las negociaciones en el Congreso y en el Senado van a ser entre muy pocos partidos. Otro punto que creo muy importante es que el Senado es un cambio radical, es un Senado archipoderoso, veremos a senadores muy potentes, con mucha experiencia política y es ahí donde se va a dar la negociación. Me parece que eso va a ser positivo para el país porque le va a dar más gobernabilidad.
¿Por dónde pasaría, principalmente, esta contribución?
Si vemos que quien despega es un candidato promercado, con realmente una propuesta para acabar con la inseguridad, para hacer que la economía crezca, el país puede despegar y muy fuerte.
En un lapso de cinco meses, hemos tenido tres ministros de Economía. ¿Qué percibe de esta poca certidumbre?
Lo que estamos viendo es la desinstitucionalización total del Estado, no solamente del MEF. Hay un copamiento de los puestos públicos por gente de muy, muy bajo nivel, que lo que está haciendo es alejar al Estado, cada vez más, de la población. Eso es muy nocivo.
¿Qué preocupa del MEF, principalmente?
Una teoría que plantea este Gobierno es que con mayor gasto público vamos a poder crecer más y podrán comprar cierto beneficio político en las elecciones. Eso está errado porque lo único que hace crecer a esta economía es el gasto privado, es la inversión y el consumo. Mientras más nos ahondamos, más espantamos al inversionista privado y al consumidor.
Creo que el Gobierno equivocadamente ahora pretende torcerle el brazo al ministro de Economía para que gaste más, les dé más dinero a las municipalidades y eso va a ser un golpe bajo en contra de ellos porque no van a poder gastar. El gasto público no va a generar mayor crecimiento. Idealmente, [el MEF] debería estar asesorándolos, no dándole más dinero.
Continuando con el rol del MEF, se anunció una flexibilización de las reglas fiscales. ¿Cómo observas el manejo actual de la política fiscal? ¿Qué le está dejando el gobierno de Dina Boluarte a la siguiente gestión y, naturalmente, a los peruanos?
Lo que le está dejando al siguiente gobierno es una bomba de tiempo. En la práctica, ya no hay regla fiscal. Una que la mueves a tu antojo o incumples permanentemente, deja de ser regla. Las empresas calificadoras verán que, de aquí hasta las elecciones, habrá un gasto descontrolado del MEF. Y uno que no genera más crecimiento, reducción de pobreza, sino que es clientelista.

¿Cuáles son las tres principales propuestas dañinas para las finanzas del país?
El más importante es el ajuste en el IGV y el Fondo de Compensación Municipal (Foncomun). Es una mala ley es porque le quita al MEF la discrecionalidad sobre sus ingresos, que es lo más importante en política fiscal. En el momento que tú etiquetas ingresos, lo que ha venido haciendo esta administración, le amarras las manos al MEF y se ve incapacitado para, por ejemplo, atender las necesidades de salud, de seguridad ciudadana, de educación, etc.
Ahora, otro elemento que me parece muy nocivo son todas las exoneraciones tributarias que han dado. El MEF no las está contabilizando adecuadamente, pero son muchos puntos porcentuales que se han dado.
¿Y la tercera?
En mi opinión, quizás la más importante, es el artículo 79 de la Constitución [que el Congreso no tiene iniciativa de gasto]. Ese artículo tiene una claridad absoluta. Cuando el Tribunal Constitucional ha sentenciado, claramente, lo ha malinterpretado. Conforme nos vayamos al Senado, va a tener que reinterpretar lo que dijo el TC.
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Mencionó las calificadoras anteriormente. Con esta nueva eventual flexibilización de la regla fiscal, y tras dos incumplimientos, ¿está en riesgo el grado de inversión?
Hay dos calificadoras que ponen el riesgo político como lo más importante: Fitch y S&P. Y hay otra, Moody’s, que ve más a largo plazo. Es probable que las dos primeras muevan [su perspectiva]. Pero desde la nuestra [visión], pienso que estamos jugando con fuego. Si pasamos de grado de inversión a bonos basura, el costo de interés se dispara tremendamente, que la capacidad para refinanciar deuda se reduzca al mínimo y nos quita, nuevamente, toda nuestra flexibilidad fiscal. Y volvemos un poco al manejo financiero del MEF de los años 80.
Regresando a los drivers de la economía, el minero vive un momento complicado por la ilegalidad. ¿Cómo percibes el manejo del Gobierno?
El Gobierno, con una mano, abre el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) y estimula la minería informal e ilegal y, con la otra, retrasa las aprobaciones a la gran minería. Entonces, pone a la gran minería contra la pared y le permite a la ilegal empezar a explotar, inclusive, las concesiones de la gran minería. Pasamos de un Estado moderno a uno fallido, donde cualquiera hace lo que le da la gana, como ocurre en Pataz (La Libertad).
Hay que pensar en una reforma minera que sea mucho más integral. [Con vista a formalizar] creo que es muy fácil que una institución como Cofide abra una ventanilla, simplemente haga de intermediario entre el comprador final y el productor de oro. La pequeña minería hoy día está vendiendo el oro a 50% del valor de mercado.
Más allá de la minería, ¿qué también debe preocuparnos?
Creo que donde estamos entrampados es en el crecimiento. Tenemos que buscar cómo encender los motores y eso no solamente va por la minería, sino en general, por una serie de reformas, que es algo que poco se discute. Estamos entrampados en discutir sobre el gasto público, pero lo que se nos ha pagado son los motores de crecimiento de largo plazo.
¿Y cuál de todas empezar a impulsarla por la urgencia?
Hay que empezar por varios ángulos. La simplificación administrativa, también con el tema tributario, de beneficios sociales y, sobre todo, la formalización. Son áreas que hoy día están prácticamente apagadas: hay que debatirlas y encenderlas.
¿Cuánto perdemos los peruanos por la falta de voluntad del Gobierno de Boluarte de no impulsar ninguna de estas reformas?
Creo que es un Gobierno que nació pegado contra la pared, no solamente no tiene iniciativa en la economía, no la tiene en nada. Es como un barco que va a la deriva, que ha perdido su norte. Pedirle al Gobierno de Boluarte algo sustancioso no tiene mucho sentido. Lo que sí lo tiene y mucho es abrir el debate, que ojalá se materialice para las elecciones, de cómo volvemos a crecer y a generar inclusión social en este país.

Bachiller en Comunicación y Periodismo en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), especializado en economía, negocios, mercado laboral, políticas públicas, tributario, procesos concursales.