En Lima Metropolitana se registraron cerca de 5.6 millones de trabajadores entre septiembre y noviembre de este año. Estos puede ser trabajadores asalariados, independientes, del hogar y familiares no remunerados. De acuerdo con el último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), todas las categorías de ocupación aumentaron en ese periodo, pero una se destacó (y, no necesariamente la de “mayor calidad”).
La clasificación de trabajador familiar no remunerado considera, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), a aquellos que realizan labores económicas productivas en una empresa o negocio con cuyo patrón o dueño poseen lazos de parentesco.
Aunque se tratan solo de 150,900 empleados, lo cierto es que ha aumentado en un 14%, por encima de la dinámica de los otros grupos. Además, este es su mayor resultado en todo el 2024; de hecho, venía cayendo hasta julio-septiembre último y desde ahí empezó a acelerar el crecimiento.
En esa línea, voces especialistas en empleabilidad explican ante Gestión lo que significa para la economía peruana: el punto de convergencia es el recrudecimiento de la informalidad.
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Bolsón de la informalidad
Teresa Laos, exministra de Trabajo y Promoción del Empleo, es enfática al decir que el incremento de trabajadores familiares no remunerados alimenta el bolsón de la informalidad. No obstante, su presencia resulta ‘atractiva’ porque se convierten en un soporte para los negocios emergentes. “Estos familiares no remunerados generalmente vienen a trabajar a las microempresas y evitan que estas se vayan a la quiebra o desaparezcan”, explica.
Agrega que la retribución que reciben solo cubre los elementos más básicos. “No tienen costo porque son trabajadores a los que muchas veces no les pagan y que, a cambio de comida y alojamiento, ayudan al emprendimiento”. Al respecto, la especialista distingue ciertos aspectos del perfil: “Es una persona que normalmente no tiene estudios superiores, su productividad es baja y no tiene las competencias necesarias como para elevar el nivel”.
Daniel Maurate, actual titular del MTPE, llega a una conclusión similar. Por ello, durante la presentación de los resultados de la Encuesta de Demanda Ocupacional (EDO) con proyección al 2025, enumeró tres desafíos en la materia de empleabilidad: el limitado tránsito de la educación superior y educación terciaria, la inadecuación ocupacional de los jóvenes y el 71.1% de informalidad.
Sobre el último punto, recordó que el MTPE está trabajando en un Registro de Trabajadores en el Sector Informal y, hasta el momento, hay casi 11.1 millones apuntados. Es decir, hay una data que ayudará a entender el ecosistema completo: nombres, procedencia, edad, labor, horario y demás.
Ante ese escenario, Gestión le consultó sobre los mecanismos para paliar la tendencia en alza de los trabajadores familiares no remunerados, a lo que contestó: “Tiene que ver con el estudio que estamos haciendo de las tipologías de informalidad. Probablemente este trabajador familiar no remunerado es una de ellas. Necesitamos saber todas para ver qué políticas públicas podemos establecer para cada una”.
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El vínculo entre centralización y educación
Laos señala a la centralización como uno de los factores que empujan el aumento en el porcentaje de trabajadores familiares no remunerados en la capital. “Hay muchos migrantes que vienen a Lima a trabajar con un familiar. [...] Generalmente vienen por alojamiento y comida, y ayudan con el emprendimiento. Es informalidad pura. No tiene un seguro social o pensiones”, precisa.
En dicho marco, a mediados del 2024, el INEI presentó un documento sobre migración interna y movilidad para estudiar y trabajar en áreas metropolitanas (2007-2017). En este estudio se examinaron las ciudades de Arequipa, Cusco, Iquitos, Lima y Trujillo, y se llegó a la conclusión de que la movilidad intrametropolitana para trabajar fue mayor en los grupos de 14 a 29 y de 30 a 44 años.
El otro aspecto que vislumbra la extitular es la deserción escolar. Se trata de una dinámica en la que un joven, al quedar con disponibilidad de tiempo, busca insertarse al mercado laboral de una forma rápida. “Se traslada hacia el negocio de algún familiar”, ejemplifica.
Maurate tampoco es indiferente ante el vínculo de la empleabilidad con la educación. “La madre de todos los problemas está aquí (la informalidad). Los egresados del colegio terminan sin competencias laborales. ¿A dónde van? Directamente al lado informal. Incluso la inseguridad ciudadana se ve aquí, aquí están los problemas estructurales. [...] Siempre vemos lo que está encima de la mesa, no vemos lo que es está debajo”, manifiesta.
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Reducción del empleo
Laos también identifica a la falta de empleo que se acentuó con la llegada de la pandemia. “Aún no nos recuperamos”, insiste.
Este paro laboral también lo observa Mónica Pizarro, abogada laboralista: “El incremento del trabajador familiar no remunerado está relacionado con una disminución de las oportunidades de empleo asalariado tanto en los sectores formales como informales, que hace que ciertos grupos se vuelquen a estas actividades no remuneradas en aras de sacar adelante a la unidad familiar”.
Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.
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