El 2023 fue el peor año para la agricultura peruana en más de tres décadas: la producción agrícola cayó 4.1% ante los efectos climáticos adversos. En ese contexto, los grandes proyectos de riego son una alternativa de solución para que el sector recupere su dinamismo prepandemia, pero la ejecución de estos se encuentra estancada.
En un análisis elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), compartido en exclusiva con Gestión, se detalla que sin una política integral que ayude a destrabar estos proyectos, el milagro agroexportador peruano se encontraría en riesgo.
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Proyectos paralizados
En el 2019, el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad priorizó cuatro proyectos de riego con una inversión de S/ 5,648 millones: Chavimochic III (La Libertad), Majes-Siguas II (Arequipa), Presa Ancascocha (Arequipa) y Vilavilani II (Tacna).
En conjunto, estos proyectos permitirían irrigar 111 mil hectáreas de nuevas tierras de cultivo y generar más de 400 mil empleos directos, además de dinamizar la productividad agrícola y beneficiar a los productores en las zonas de influencia. Sin embargo, a la fecha, la construcción de la Presa Ancascocha ha sido suspendida y los otros tres megaproyectos se encuentran paralizados.
Esta no es una situación reciente. Chavimochic III inició su construcción en el 2014. Sin embargo, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), lleva paralizado desde el 2016 y a la fecha solo cuenta con un avance físico de obra de 25%. Además, se trata de un problema generalizado.
Según la Contraloría General de la República, a diciembre del 2023, existían 255 proyectos de riego paralizados a nivel nacional, además de los tres listados anteriormente. De estos, 233 tienen un monto de inversión promedio de S/345 mil, lo que refleja un alto grado de atomización. Además, 46% de los proyectos se encuentran paralizados por falta de recursos financieros o incumplimiento de contratos.
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Importancia del riego
Los proyectos de riego son clave para recuperar la competitividad del sector agrícola. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las parcelas bajo riego tecnificado en el Perú son, en promedio, el doble de productivas que aquellas bajo secano, es decir, que solo utilizan el agua de la lluvia.
Además, según estimaciones del IPE, ello se observa a nivel de cultivos como, por ejemplo, el melocotón (53%), la manzana (49%), el espárrago (24%) y la papa (16%), donde el riego tecnificado eleva significativamente los rendimientos en las áreas de cultivo de medianos y pequeños productores.
Sin embargo, la brecha en el acceso a infraestructura de riego es aún significativa en el Perú, lo que refleja el amplio potencial para elevar la productividad agrícola.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria, 53% de la cosecha de los grandes productores emplea riego tecnificado. No obstante, este porcentaje se reduce a solo 7% entre los pequeños y medianos productores.
Además, existen importantes diferencias entre regiones. Mientras que el 28% de las parcelas de pequeños y medianos productores accede a riego tecnificado en la costa sur (principalmente en Tacna, Arequipa e Ica), solo el 5% lo hace en la costa norte y 1% en la selva.
Potencial desaprovechado
La caída del agro durante el 2023 responde, principalmente, a los choques climáticos que se experimentaron en la primera mitad del año. En consecuencia, cayó la producción de mango (-23.1%) y arándano (-22.5%) ante intensas lluvias en las regiones de la costa norte y centro, mientras que la escasez de precipitación en la sierra del centro y sur redujo la producción de papa (-10.0%) y maíz choclo (-8.6%).
Pese a este impacto adverso, el valor de las agroexportaciones creció 3.9% en 2023. Sin embargo, este resultado esconde una tendencia preocupante. El volumen de las agroexportaciones cayó 2.2% en 2023, por primera vez en 20 años.
Solo el incremento de 11% en los precios de la canasta agroexportadora permitió el crecimiento en 2023 del valor exportado, aunque lejos del incremento del año previo (11.7%). Este desempeño forma parte de una tendencia de largo plazo: el crecimiento del volumen de las agroexportaciones se viene desacelerando desde el pico de 29.6% alcanzado en 2008.
Actualmente, existen dos megaproyectos de riego en la cartera de Proinversión: Chinecas en Áncash y el Sistema Hídrico Integral Valle Chancay en Lambayeque. Ambos representan una inversión de más de US$ 1,000 millones y permitirían regar más de 80 mil nuevas hectáreas de cultivo. Como referencia, eso es más de cuatro veces la superficie sembrada de arándanos a nivel nacional. Sin embargo, sin una estrategia que permita solucionar las trabas que afectan a este tipo de proyectos de inversión, no resulta improbable que surjan problemas como los ocurridos en Chavimochic III y Majes-Siguas II.
En agregado, considerando tanto los proyectos de irrigación paralizados o suspendidos y las nuevas iniciativas, la superficie de cultivo para la agroexportación moderna se ampliaría en casi 80% (194 mil hectáreas). Esa es la dimensión de la oportunidad que está en manos de las autoridades aprovechar y son de larga data.
Si bien los recientes avances en Chinecas y Chavimochic son positivos, no están exentos de retos en su diseño y ejecución. Por ello, urge continuar trabajando por una solución integral a esos y los demás proyectos de irrigación en cartera, que aborde también el desarrollo de la conectividad necesaria, la provisión de servicios – incluida el agua potable para la población de la zona de influencia del proyecto de irrigación – y la implementación de mecanismos competitivos para la licitación de las tierras.
El desafío de impulsar la ejecución
Gonzalo Manrique, economista senior del Instituto Peruano de Economía
En el 2019, una encuesta del Banco Central de Reserva (BCR) a empresas y gremios agroexportadores encontró que la disponibilidad del recurso hídrico era la segunda limitación más importante para el desarrollo sostenido del sector, solo detrás del vencimiento de la Ley Agraria.
El resultado negativo del 2023, que rompió con más de dos décadas de crecimiento continuo en el sector, sugiere que dichas preocupaciones han empezado a materializarse.
Las autoridades nacionales y subnacionales enfrentan el gran desafío de avanzar en la ejecución de los grandes proyectos de irrigación a fin de no comprometer el desarrollo de uno de los principales motores de la economía peruana.
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