Innovar en la cadena de suministro: aprendizajes para transformar el Perú
Por Maria Alejandra Cervantes Fernandez, alumna de Ingeniería Empresarial de la Universidad del Pacífico.
En un país tan diverso y extenso como el Perú, la cadena de suministro funciona como el sistema circulatorio de nuestra economía. Desde la llegada de alimentos a los mercados hasta la distribución de medicinas en zonas alejadas, la eficiencia logística no solo determina la competitividad de las empresas, sino también el bienestar de las personas. Pero los retos son evidentes: infraestructura desigual, altos costos de transporte, desperdicio de recursos y falta de integración tecnológica.
Recientemente participé en el MIT SCALE UC-LOG, un programa internacional sobre logística y diseño de cadenas de suministro, donde descubrí modelos y soluciones con potencial de ser aplicados en nuestro contexto. Uno de los aprendizajes más reveladores fue la optimización de la “última milla”: un modelo matemático que planifica simultáneamente rutas y carga de camiones. El resultado es contundente: menos kilómetros recorridos, menores costos y emisiones, y mayor puntualidad. En Lima, donde la congestión es el pan de cada día, este tipo de herramientas podrían mejorar notablemente la experiencia de empresas y consumidores.
Otro caso inspirador fue el del Banco de Alimentos de Colombia, que demuestra cómo la logística puede combatir el desperdicio. La clave está en un layout bien diseñado: ingreso y salida de productos ordenados, cumplimiento estricto del principio FIFO (First In, First Out) y un flujo de mercancías que evita pérdidas de tiempo y recursos. En el Perú, donde se estima que cada año se desperdician más de 9 millones de toneladas de alimentos, este modelo podría ayudarnos a conectar supermercados y productores con organizaciones sociales de manera más ágil, segura y sostenible.
La sostenibilidad también ocupó un lugar central. Conocí la experiencia de Geodis, una empresa que da segunda vida a residuos logísticos: cartones usados que se revenden, ganchos reaprovechados y cajas reacondicionadas para reutilizarlas internamente. Son pequeñas acciones que reducen desechos y generan ingresos, migrando de un modelo lineal a uno circular. En nuestro país, prácticas así podrían implementarse en centros de distribución y almacenes de retail o e-commerce, fomentando una economía más eficiente y ambientalmente responsable.
Finalmente, abordamos la logística humanitaria. La idea es simple pero poderosa: aprovechar los viajes cotidianos de buses, camiones o transporte comercial para preposicionar medicinas y bienes de primera necesidad en distintas regiones. En caso de emergencia, contar con un stock ya ubicado cerca de las zonas vulnerables puede significar la diferencia entre una ayuda que llega a tiempo y otra que llega demasiado tarde.
Innovar en la cadena de suministro no es solo cuestión de eficiencia económica; es también un motor de cambio social y ambiental. Las herramientas y experiencias vistas en el MIT SCALE UC-LOG demuestran que, con creatividad y tecnología, podemos optimizar recursos, reducir desperdicios y responder mejor ante emergencias. El desafío está en que empresas, Estado y sociedad trabajemos juntos para adaptar estas soluciones a nuestra realidad. Porque, en logística como en el desarrollo del país, cada minuto y cada recurso cuentan.