#BrasilNoPuedeParar: Un estudio sobre la irracionalidad
Bruno André Herrera, estudiante de Economía de la Universidad del Pacífico
Brasil es, al día de hoy, el país más afectado por el Covid-19 en toda la región. El estado de Sao Paulo, con sus 44 millones de habitantes, concentra cerca de un cuarto de los casos registrados a nivel nacional. Ante esta alarmante situación, el gobernador Joao Doria decretó tempranamente la cuarentena en su jurisdicción; Sin embargo, el presidente Jair Bolsonaro se opuso a esta iniciativa, la tildó de “crimen” y hasta promovió una contra-campaña bautizada “O Brasil Ñao Pode Parar”.
Con el argumento de salvaguardar la economía de miles de trabajadores independientes, y los motores de crecimiento económico del país, no son pocos los brasileños que se opusieron y siguen oponiéndose a las medidas de aislamiento social.
Una apuesta peligrosa
¿Por qué Bolsonaro y algunos brasileños fueron contra las recomendaciones de las autoridades sanitarias? ¿Por qué hicieron tanto esfuerzo para minimizar la enfermedad y sobreponer la economía? El análisis de la economía conductual nos puede dar ciertas luces acerca de esta actitud:
Supongamos, para fines de este ejercicio, que la salud pública (A) y la economía (B) son dos bienes independientes en el corto plazo para nuestro sujeto. La llegada del coronavirus representa una externalidad negativa que se traduce en un riesgo para la continuidad de esos bienes. Luego, el individuo en cuestión llega al siguiente razonamiento: “Si acato las medidas de aislamiento social preservo A, pero inevitablemente pierdo B. En cambio, si continúo con mis actividades de manera regular, preservo B y no necesariamente pierdo A”.
Si se encuentra leyendo estas líneas desde la comodidad de su hogar, es muy probable que haya optado por la primera alternativa. Sin embargo, ¿sería más atractiva la segunda opción si supiera que, de contraer el virus, sus probabilidades de sobrevivir son cercanas al 93,7%? ¿Sería aún más atractiva si supiera que, en caso de enfermar, tendría aproximadamente un 97,6% de probabilidades de no requerir hospitalización? Ahora, volvamos al juego: ¿Preferiría la pérdida segura del bien B o un 97,6% de probabilidades de preservar el bien B al mismo tiempo que el bien A?
No se sienta mal si dudó de su decisión. La teoría prospectiva, desarrollada por los psicólogos Kahneman y Tversky señala que, en un contexto de pérdidas, somos más tolerantes al riesgo de una decisión si un resultado favorable nos garantiza la reducción o anulación de las pérdidas. La aceptación del riesgo puede llegar a ser tal que el individuo puede omitir el hecho de que un resultado adverso podría terminar siendo peor que una “pérdida segura”.
No hace falta decir que, si usted pierde la apuesta, se hace responsable de su propia muerte, la de un ser querido o la salud de otras personas. Entonces, ¿Por qué algunos brasileños fueron incapaces de darse cuenta de la dimensión de este riesgo?
Una cuestión de autoridad
En una reciente entrevista sobre la coyuntura, Kahneman reflexionó acerca de cómo las personas piensan mucho en las cifras en tiempo real pero fracasan en extrapolar dicha información al futuro. Además, indicó que cuando las autoridades subestiman a la pandemia o declaran que las medidas para contenerla son “exageradas”, le hacen un enorme daño a la población. En ese sentido, los gobernantes generan más conciencia ciudadana cuando son ellos mismos los que acatan las medidas de distanciamiento, independientemente de sus discursos públicos.
Por todo esto: ¿Cómo se puede esperar que los brasileños actúen racionalmente si el máximo líder nacional afirma que el virus es solo una “gripecita”?
Pagar los platos rotos
Lamentablemente, el precio a pagar por la laxitud de los brasileños no se circunscribe a sus fronteras y, en los próximos meses, puede convertirse en un problema de salud pública para la región sudamericana. Si no existe una respuesta coordinada a la pandemia entre los gobiernos se puede dar el caso de que países que sí implementaron estrictas medidas de aislamiento social, como Perú, se vean expuestos a casos importados de Brasil y verse obligados a retornar a los controles previos.
La permanencia de Brasil como un foco infeccioso, más allá del fin de la cuarentena en los países vecinos, también comprometería a las políticas fronterizas y el eventual restablecimiento del comercio internacional. Por esta razón, es urgente que se establezca la cooperación regional y mundial, es la única manera de evitar nuevos brotes y mayores estragos durante el periodo incierto que dure el tiempo en el que carezcamos de una vacuna.