¿Era necesario un impuesto a las bolsas plásticas?
Por Franco Saito, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
Mientras usted lee este blog, alrededor de 28.000 bolsas de plástico se habrán usado en el Perú y solo el 0.3% del total de este plástico desechado será reciclado, según el Ministerio del Ambiente. Las bolsas que usamos para transportar nuestras compras del supermercado a nuestra casa tardan aproximadamente 400 años en degradarse, mientras que nosotros solo las usamos entre 15 y 30 minutos. El uso indiscriminado de las bolsas plásticas, así como su inadecuado manejo y disposición final están causando grandes estragos en el Perú, especialmente en nuestro mar, donde los plásticos terminan en la cadena alimenticia de las especies marinas que comemos diariamente.
En este contexto, el pasado 1 de agosto entró vigencia el impuesto al consumo de bolsas de plástico, que forma parte de la ley que regula el plástico de un solo uso. Es innegable que el uso del plástico genera efectos adversos en el medio ambiente desde riesgos a la salud hasta afectaciones a sectores económicos como la pesca. La interrogante que surge es si el precio de mercado puede reflejar el valor de la contaminación. Y la respuesta es que no (más aún si en los supermercados se expenden gratuitamente, lo cual incentiva un sobreconsumo). Las bolsas plásticas generan un costo a terceros que no forman parte de la transacción, a ello en Economía se le conoce como externalidad negativa (el sistema de precios privados no considera todos los costos sociales, es decir, un individuo utiliza un recurso sin compensar al resto de la sociedad por los efectos de su decisión. Por tanto, se produce una cantidad mayor a lo socialmente deseado).
Al generarse un daño entre gran cantidad de personas y de manera intergeneracional, es necesaria la intervención del Estado mediante un impuesto que internalice los costos sociales asociados a dicho daño. Dicho impuesto es conocido como “impuesto Pigouviano” (en los sistemas tributarios es el Impuesto Selectivo al Consumo) y cuya magnitud debe ser el costo asociado a la externalidad tal que la oferta privada se contraiga hasta que se cruce con la demanda en el punto en el cual esta se intersecta con la oferta social. La norma establece que se gravará con S/.0.10 (en adición al valor de la bolsa) por cada unidad que el cliente adquiera para cargar bienes vendidos por los establecimientos comerciales o de servicios contribuyentes del IGV.
Asimismo, el impuesto se incrementará anualmente de acuerdo con el siguiente cronograma: S/ 0.20 en el 2020; S/ 0.30 en el 2021; S/ 0.40 en el 2022 y S/ 0.50 desde el 2023. Dicho monto (que no forma parte de la base gravable del IGV) deberá estar consignado en el comprobante de pago y declarado a la Sunat de forma mensual. Cabe destacar que las bodegas, panaderías u establecimientos que están bajo el Régimen Único Simplificado (RUS) estarán exoneradas de dicho tributo. En adición, las bolsas destinadas a los alimentos a granel o de origen animal, las que por razones de limpieza sean necesarias usar y las biodegradables no estarán afectas al ISC.
La evidencia internacional parece apoyar esta medida. Por ejemplo, Tatiana Homonoff (2018), profesora de la Universidad de Princeton encontró que en Estados Unidos un impuesto de $ 0.05 sobre el uso de bolsas desechables disminuye la demanda en 40%, mientras que un bono de $ 0.05 por el uso de bolsas reutilizables no genera mayor efecto. En Irlanda, en menos de cuatro años, el uso de bolsas de plástico disminuyó en un 90% tras la implementación de un impuesto del 20% sobre las compras realizadas con bolsas plásticas. A nivel latinoamericano, destaca el caso de Colombia que desde el 2017 empezó a cobrar 20 pesos por bolsa, con lo cual según cifras del Ministerio del Ambiente, se ha logrado reducir el uso de bolsas un 30%.
A pesar de que las experiencias internacionales son positivas, el impacto del impuesto en el Perú podría ser limitado. En primer lugar, las compras a los productores de bolsas plásticas no están afectas al ISC y sumado a la alta informalidad en el Perú, el impuesto será letra muerta en gran parte de comercios. Adicionalmente, los establecimientos sujetos a dicha medida pertenecen al denominado “canal moderno” (supermercado, tiendas de conveniencia, mayoristas) y según Arellano Consultoría, solo el 15% de las ventas se hacen por dicho canal frente a un 73% que se realiza en el “canal tradicional” (bodegas, mercados).
Sin duda, reducir el uso de bolsas de plástico es un tema complejo y considero que este es un buen primer paso, pero es insuficiente para impulsar una cultura ecoamigable debido a que la medida solo se centra en la entrega de bolsas cuando el verdadero problema va más allá. Y es que construir una cultura ecológica es un desafío adaptativo en donde la solución requiere de aprendizaje y no solamente depende de la autoridad, sino de todos nosotros. La única manera de afrontarlo es entender que cada uno tiene algo que aportar, y en donde es necesario modificar costumbres, creencias, hábitos y valores para poder afrontar las pérdidas que se generen. Será necesario hacer cambios estructurales en la educación para movilizar y sensibilizar a la sociedad en busca de un cam