¿Cómo empoderar a la mujer peruana?
Por Ana Cecilia Torres Escobedo, alumna de Ingeniería Empresarial de la Universidad del Pacífico
Las últimas elecciones municipales dejaron como evidencia la gran brecha de género en la política, pues solo el 3% del total de municipalidades posee una alcaldesa electa. Asimismo, en el parlamento nos encontramos por debajo de la cuota mínima del 30% de participación femenina. Por esta razón, es difícil asegurar que las necesidades de las mujeres peruanas sean atendidas apropiadamente sin la representación igualitaria tanto de hombres como mujeres.
A partir de esto surgen diversas carencias en los sistemas educativos, judiciales y de salud que no contribuyen con el desarrollo social y económico que el país busca. Un claro ejemplo es la alarmante tasa de 13.5% de embarazos adolescentes -jóvenes entre 15 y 19 años- que puede conllevar a la deserción escolar y, a su vez, limitar sus posibilidades de conseguir un trabajo digno y eludir la pobreza.
Es justo aquí donde el empoderamiento de la mujer toma importancia, pues se refiere al “proceso de adquirir poder en el ámbito individual y colectivo”; es decir, brindar los medios necesarios para que el individuo sea capaz de actuar con autonomía y sepa tomar decisiones sobre su vida y entorno.
Es muy común entender “el poder” como la dominación o subordinación de otros; sin embargo, también involucra la capacidad y los medios para actuar con sabiduría. La declaración de Pekín (1995) propone el empoderamiento de la mujer como una estrategia clave del desarrollo ya que la participación igualitaria de hombres y mujeres en la toma de decisiones y acceso al poder, son fundamentales para alcanzar la igualdad, el desarrollo y la paz.
En consecuencia, una mejora en la educación sexual, la orientación personalizada y los servicios de salud, conllevaría a que las adolescentes peruanas posean los medios necesarios para decidir sobre su futuro y alcanzar metas profesionales, lo que sin duda mejoraría su calidad de vida y la de su entorno más cercano.
Otro de los mecanismos de empoderamiento es la reducción de la brecha salarial y de género. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) señaló que la brecha salarial entre peruanos y peruanas asciende a S/.572 en promedio. Del mismo modo, las profesionales con postgrado ganan 25% menos que los hombres en la misma condición y muchas de ellas retrasan o abandonan su carrera profesional debido a los hijos o la familia.
Hugo Ñopo, economista regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó que se espera que las personas con altas calificaciones académicas, ocupen cargos gerenciales y cumplan más de una jornada laboral completa, lo cual es una limitación para las mujeres con hijos que ocupen estas funciones.
Un factor que toma relevancia también es la participación de la mujer en la tecnología. En Ghana, Regina Agyre, fundadora de Soronko Solutions y cofundadora del programa Tech Needs Girls ha logrado ser el referente para muchas mujeres con aspiraciones de emprendimiento en el rubro tecnológico. Ella afirmó en una entrevista de CNN en español que el 95% de trabajos incluye tecnología y una educación enfocada en esta herramienta propicia una mayor inclusión de la mujer en el mercado laboral y reduce la desigualdad social.
Hasta el 2018, el Perú se encontraba en el puesto 63 de competitividad global de un total de 140 países, según el Foro Económico Mundial. Los rubros en los que estamos mal situados es en adopción de tecnologías, dinamismo de los negocios y capacidad de innovación. Para incrementar nuestra competitividad es crucial la participación activa de hombres y mujeres, sin brechas de género, salariales o educativas en ámbitos políticos, económicos, sociales y tecnológicos. La mejora de la calidad de vida de los ciudadanos depende en gran medida de la capacidad de empoderar a las mujeres para ser parte del talento humano.