El impacto económico de la anemia en el Perú
Por Daniela Leguía, Alumna de Economía de la Universidad del Pacífico
Terminar con las enfermedades asociadas a la salud en la temprana edad es crucial para el crecimiento y el desarrollo económico. Las cifras desalentadoras de la prevalencia de anemia infantil dan cuenta de la importancia de los problemas actuales de salud pública. En particular, de acuerdo a la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), en el 2018, la anemia afectó al 43,5% de las niñas y niños de 6 a 35 meses de edad. Lo anterior representa una disminución nula de la prevalencia de anemia con respecto al 2015.
Más allá de conocer los impactos directos en salud atribuibles a esta enfermedad, es crucial tener un panorama completo de todos los efectos que esta genera a lo largo de la vida de los que la padecen. Así, sumados a los efectos negativos directos sobre la salud, están los impactos indirectos sobre la educación y la productividad. Estos últimos brindan una perspectiva más amplia para estimar las consecuencias económicas de la anemia, con el objetivo de apoyar la toma de decisiones en las políticas públicas y destinar los recursos necesarios de manera eficiente.
De acuerdo a un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre el impacto económico de los problemas asociados a la desnutrición y a la anemia, esta última aumenta la probabilidad de morbilidad y mortalidad en distintas etapas del ciclo de vida. Las consecuencias de lo anterior resultan en mayores costos públicos y privados derivados de diagnósticos, tratamientos, medicamentos, uso de infraestructura, gestión de recursos humanos, entre otros.
A nivel educativo, la anemia afecta el desempeño escolar como resultante de las limitaciones en la capacidad de aprendizaje derivadas de un menor desarrollo cognitivo. Esto incrementa los costos públicos y privados del sector debido a las mayores probabilidades de repitencia, deserción e ingreso tardío. El bajo nivel educativo registrado por los niños con anemia se traduce en menores logros académicos y, en consecuencia, en una pérdida de capital humano. Así, se afectará su productividad y desempeño futuro en el mercado laboral, lo que conllevará a salarios más bajos.
Según el estudio “Reversing productivity losses from iron deficiency: the economic case” del Banco Asiático de Desarrollo y UNICEF, los efectos directos de la anemia sobre la productividad se encuentran en la capacidad de realizar trabajos físicos y de obtener ingresos. Los resultados arrojan pérdidas de entre 10% y 17% en los salarios para aquellos con deficiencia de hierro que realizan trabajos moderadamente activos y físicos pesados, respectivamente.
De esta manera, los tres impactos mencionados –salud, educación y productividad– generan una carga económica para el país. En el estudio de “The economic impact of anemia in Peru”, se encontró que la anemia le costaba a la sociedad peruana aproximadamente S/2777 millones en el 2013. Esta cifra impuso un gran desafío para las políticas públicas de nutrición y seguridad alimentaria en el Perú.
Actualmente, el Plan Multisectorial de Lucha contra la Anemia, tiene como meta la reducción de la tasa de anemia –de aproximadamente 40%– a 19% en niñas y niños menores de 3 años, a nivel nacional al 2021. Adicionalmente, el estado interviene en esta problemática a través de diversos programas presupuestales que contribuyen con la prevención y reducción de anemia –Programa Articulado Nutricional, Salud Materno Neonatal, Juntos, Programa Nacional Cuna Más, entre otros–.
En este sentido, se debe buscar mejorar la efectividad de los proyectos y programas ya implementados, e involucrar a todos los actores a nivel regional y local. La prevalencia de anemia no es un accidente en el país, sino un reflejo de la existencia de grandes inequidades en el ingreso y del bajo impacto de los proyectos implementados en cuanto a la alimentación y nutrición adecuada en la edad temprana.