Brecha digital en Perú: los riesgos de no evitar que siga creciendo
La brecha digital es una de las mayores problemáticas que se tienen en el sector educativo. Involucra la disparidad en el acceso y uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) entre personas, así como las diferencias que se tienen en la capacidad para generar valor fruto de los conocimientos y competencias digitales.
Si hasta hace unos años se reflexionaba sobre cómo lograr que más estudiantes peruanos tuvieran acceso a internet, sobre todo en zonas rurales, para disponer de más fuentes de conocimientos y así ser más competitivos; con la irrupción de la inteligencia artificial (IA) el panorama ha cambiado dado que la tecnología ahora es capaz de realizar diversas labores que antes demandaban tiempo y un arduo trabajo, tanto a nivel operativo como de análisis. En esta línea, hay una reconfiguración en curso del mercado laboral, a nivel de puestos de trabajo y perfiles profesionales. De esta forma, los desafíos para el sector educativo son mayores, dado que lo que se enseña actualmente a nivel escolar e incluso universitario no está necesariamente alineado con lo que las empresas requieren. Una muestra de ello es que según ManpowerGroup, en sus reportes de Escasez de Talento, el 70% de empleadores en Perú tiene dificultades para encontrar al profesional que cumpla con los requerimientos técnicos y blandos para los puestos vacantes, siendo los vinculados a tecnología los más críticos.
Si consideramos que actualmente solo existe una computadora por cada 12 estudiantes de primaria en los colegios públicos de acuerdo con el Ministerio de Educación o que solo 1 de cada 10 alumnos de las zonas rurales tiene conexión a internet según información del INEI, el panorama para millones de estudiantes en el país es desolador al estar muy relegados en habilidades y conocimientos. Si no se conocen ni dominan las nuevas herramientas digitales, muchas de ellas vinculadas a la IA, se corre con una gran desventaja frente a quienes sí las utilizan para ser más productivos. Y aquí es importante señalar que no se trata se tener a ChatGPT como solución para todo, sino de tener criterio para ofrecer soluciones a problemas reales en una empresa a través del análisis del contexto y en un tiempo óptimo, para lo cual se puede utilizar a la tecnología para ganar tiempo y productividad.
Si queremos evitar que la brecha digital siga creciendo, no solo se necesita de infraestructura tecnológica o de dotar a los estudiantes de laptops o tablets. Se requiere de un cambio en el modelo de aprendizaje que priorice la capacitación a los profesores, para que estos estén debidamente preparados para enseñar y evaluar en épocas de trabajos hechos con IA o en el que los estudiantes presentan grandes problemas de comunicación, tanto a nivel de escucha como de transmisión de ideas.
El Gobierno Central, a través del Ministerio de Educación, necesita priorizar la problemática descrita a través de un plan estratégico que contemple el trabajo articulado con otros actores del sistema educativo. Y esto no tiene por qué empezar de cero. En noviembre del año pasado, se desarrolló en Lima el Primer Encuentro por la Inclusión Digital de América Latina que contó con la participación de entidades como la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la iniciativa Internet Para Todos de Telefónica, que permitió ratificar una hoja de ruta sobre cuáles son los medios para facilitar la inclusión digital tanto en Perú como en la región. Así, se puso bajo los reflectores la relevancia de las alianzas público-privadas (APP), dado que contribuyen a canalizar grandes inversiones para el desarrollo de proyectos de conectividad en zonas rurales, al mismo tiempo que desarrollan habilidades y capacidades en la población para aprovechar las bondades del acceso a la tecnología.
Un fomento de las APP, alineado a mejoras en el modelo de aprendizaje en la educación escolar puede ser el punto de partida para lograr mejoras en la formación de los estudiantes peruanos, evitando que caigan en el analfabetismo del siglo XXI que está vinculado a no tener conocimientos ni habilidades digitales desarrolladas.