2023: ¿El año del cisne negro para el turismo peruano?
El 2023 inició con relativa calma luego de un convulsionado cierre de 2022 a partir del fallido golpe de Estado de Pedro Castillo, sin embargo, el contexto en el que se encuentra el Perú se asemeja más al ojo de un huracán, donde a simple vista pareciera que lo peor ha pasado, pero lo que esconde detrás es un futuro cercano donde pueden volver las lluvias y los vientos con una fuerza peor de la que se había experimentado hasta entonces. Esta analogía la utilizo considerando el latente riesgo que existe en materia de seguridad, producto de un gran descontento social en diversos sectores de la población.
Las manifestaciones convocadas a partir del 4 de enero por diversas asociaciones y gremios, principalmente en las regiones de la zona sur (Puno, Cusco, Apurímac, Moquegua, Madre de Dios y Ayacucho) pidiendo la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, así como un adelanto de elecciones para el 2023 y el cierre del parlamento, representan una serie amenaza para la economía y la sostenibilidad de diversos negocios locales. Aquí es importante aclarar que, si bien la protesta es un derecho y hay motivos que sustentan el rechazo al Congreso de la República y en general a la clase política (lo que explica el deseo del “que se vayan todos”), la violencia es totalmente injustificada y debe prevalecer la preservación del orden y la tranquilidad de la población. Lastimosamente, los actos de violencia que se registraron en diciembre último (toma de carreteras y aeropuertos, quema de comisarías y entidades públicas, etc.) y que costaron la vida de 30 peruanos, son un mal antecedente que invita a tener pesimismo sobre cómo puedan desenvolverse futuras movilizaciones.
Consecuencias de la incertidumbre
Dos de los sectores más perjudicados por la incertidumbre producto de las movilizaciones son el Turismo y los Servicios, dado que tienen restricciones para su funcionamiento y también experimentan una reducción en su demanda.
Por citar un ejemplo, las cancelaciones de viajes, tanto por parte de visitantes locales como internacionales, se incrementaron en las regiones antes mencionadas, superando el 70 %. Si bien hubo una tregua durante la Navidad y Año Nuevo, el latente riesgo de disturbios ocasiona que los destinos mencionados no sean considerados como opciones seguras para realizar viajes de recreación en las próximas semanas y razón no falta: ¿qué persona, pareja o familia se arriesgaría a quedarse en medio de una carretera o sin salir de su hotel producto de bloqueos o manifestaciones violentas?
Tito Alegría, director ejecutivo de Canatur, estimó que el sector turismo perdió S/1 700 millones debido a las protestas sociales. Asimismo, Alegría dijo que, según proyecciones del Mincetur, el Perú solo tendría 2 millones de turistas al cierre del 2022, menos de la mitad en relación con el 2019.
La teoría del cisne negro y cómo puede ayudar a sortear la crisis
Como premisa, es importante señalar que la teoría del cisne negro surgió en el 2007 y fue desarrollada por Nassim Taleb, un investigador de origen libanés que ha trabajado las ideas asociadas al azar y la incertidumbre. Su teoría tiene tres componentes, los mismos que fueron publicados en The New York Times. Cabe señalar que, si bien surgió para analizar la economía, también puede ser aplicado a cualquier aspecto de la vida:
- Es atípico. Se encuentra fuera del ámbito de las expectativas habituales. No hay antecedentes que permitieran esperarlo.
- Tiene un impacto extremo.
- A pesar de su estatus atípico, podemos elaborar explicaciones para su ocurrencia después del hecho, haciéndolo explicable y predecible.
Ahora mismo en Perú hay tres eventos “cisne negro”:
- La crisis social y política desencadenada por el fallido golpe de Estado y que nos ha puedo en un escenario de gobierno cívico – militar, en un clima de fuerte polarización (presencia de extremistas tanto de “izquierda” como “derecha”, falta de representatividad de la población, crisis de partidos políticos y ausencia de líderes con credibilidad. Este último aspecto se puede evidenciar en la siguiente pregunta: ¿qué actor político se vislumbra como una figura de consenso para salir de esta crisis?
- La gripe aviar (en plena temporada de verano).
- La crisis económica que tiene diversas aristas: falta de liquidez de los consumidores: ya no tenemos la disponibilidad de la CTS ni de los fondos de la AFP; la inflación, que cerró el 2022 en 8.56% a nivel nacional y a 8.46% en Lima, su tasa más alta en 26 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI); así como la informalidad.
Hay un cuarto aspecto a considerar en el sector turismo en el Perú: gran parte de las empresas y negocios de este sector han recibido préstamos del Estado y deben cumplir con sus obligaciones. Sin regresar a los flujos prepandemia, su sostenibilidad resulta prácticamente imposible.
Si analizamos en sí la dinámica del sector encontramos que los movimientos del mercado turístico presentan picos y valles y son muy sensibles a los efectos del macroentorno: crisis económica, inseguridad social o ambiental, etc. Y ello se debe a que no son una actividad indispensable para la vida. Un viaje recreativo puede esperar, comer no.
Otro aspecto por considerar es que, si analizamos al turismo desde su dimensión económica y de negocios, podemos darnos cuenta de que demanda grandes esfuerzos en materia de marketing y publicidad para la captación de mercados potenciales y para detectar los mercados del mañana según las tendencias. Por ejemplo, turismo de negocios (realización de eventos), turismo para personas de la tercera edad, turismo de aventura, turismo gastronómico, etc. Además, también demanda que los servicios que se brinden estén a la altura de las expectativas de cada grupo, pues no es lo mismo un turista que viaja para tener comodidades y una experiencia de lujo que uno que viene a la aventura y quiere lo básico: una cama y baño limpios.
Retomando la teoría del cisne negro y su utilidad para el sector turístico peruano en un contexto de gran incertidumbre, es importante que los empresarios y las personas que se desenvuelven en este rubro desarrollen una mayor capacidad analítica para adaptar sus negocios a las circunstancias actuales y diversificar su riesgo pensando en el futuro. Aquí el mismo Estado, a través del Mincetur, tienen una responsabilidad pues se necesita mucha capacitación, la cual no es sencilla. Ya no basta con solo pensar en servicios con una mayor calidad o el dominio de más de un idioma. Tampoco basta con un buen trato al cliente.
El futuro para el sector turismo es incierto y la mejor manera para prevenir futuras crisis es ponerse en el peor escenario posible y a partir de allí construir soluciones para pensar en ser sostenible a pesar de las adversidades.