Más que un accidente en el Jorge Chávez: la preocupante actualidad de los aeropuertos en el Perú
En una reciente publicación, advertimos el preocupante estado de los aeropuertos en el país y el daño que se le viene generando a la Marca Perú por no ser una buena carta de presentación ante los turistas extranjeros que nos visitaban. Sin embargo, a raíz del reciente accidente aéreo que involucró a un avión de LATAM que cubría la ruta Lima-Juliaca y a una unidad de bomberos aeronáuticos y que lamentablemente cobró la vida de dos personas, se puso en evidencia una serie de deficiencias y riesgos de los que vale la pena reflexionar:
Coordinación entre los principales actores involucrados. Habiendo transcurrido más de 48 horas de ocurrida la tragedia, tanto Lima Airport Partners (LAP) como la Autoridad de Tránsito Aéreo (Corpac) no emitieron un pronunciamiento conjunto informando sobre los avances en las investigaciones. Cada uno se pronunció de manera independiente y en sus comunicaciones se advierten diferencias que, lejos de aclarar la situación, generan más interrogantes. Por ejemplo, en un comunicado efectuado el domingo 20, LAP señaló que un día antes de ocurrida la tragedia había autorización por parte de Corpac para realizar el ejercicio con los bomberos aeronáuticos. Sin embargo, el centro operativo adscrito al Ministerio de Transportes y Comunicaciones señaló que, si bien estaba contemplado un simulacro, no se había autorizado ingresar a la pista de aterrizaje. De esta forma, y pese a los comunicados publicados y a las conferencias de prensas brindadas, no se consiguió responder lo siguiente: ¿quién permitió que la unidad de bomberos ingresara a la pista de aterrizaje y por qué nadie se percató que en ese preciso momento un avión estaba a punto de despegar?
¿Quién se preocupa por la experiencia de los usuarios? La suspensión de operaciones en el principal terminal aéreo del país provocó que miles de pasajeros, tanto peruanos como extranjeros, tuvieran que anular o reprogramar sus vuelos, provocándoles gastos extra en hospedajes, alimentación, transporte, entre otros aspectos. Estos costos se suman a las molestias producto de los cambios en sus itinerarios, pero sobre todo a la poca empatía para con ellos. Si bien diversas aerolíneas como LATAM y Sky señalaron que brindarían todas las facilidades para cambios en los vuelos, no hubo más pronunciamientos ni apoyo en favor de todos los usuarios afectados. Por el contrario, la incertidumbre por el reinicio de las operaciones fue una constante a lo largo de del fin de semana y se vio una vez más que las prioridades son distintas para el público: mientras la selección peruana de fútbol pudo viajar desde la base Las Palmas, el resto de los viajeros tuvo que continuar esperando el reinicio de las operaciones.
Si bien un accidente puede producirse en cualquier momento y es factible que un aeropuerto pueda cerrar temporalmente, el trato hacia los viajeros es importante para atenuar un mal momento. Detalles como vales de cortesía en cafeterías, servicios de taxi o incluso hospedajes hubieran sido una señal de preocupación que no solo hablan bien del aeropuerto sino del país, pues la percepción que se tiene es global y no solo de un actor en particular.
El problema del centralismo. Hubo vuelos internacionales que fueron desviados al Aeropuerto Internacional Capitán FAP Renán Elías Olivera de Pisco y cuyos pasajeros no pudieron descender durante horas por la falta de personal en el terminal de pasajeros, Migraciones y de Aduanas. Esto generó diversas quejas que se viralizaron en redes, tanto por la incredulidad de la situación, así como por la demora que hubo en la atención.
El centralismo es uno de los graves problemas que enfrenta nuestro país y esto se refleja también en el tráfico aéreo. Si el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez no opera, no se cuenta con otro terminal que permita la descarga fluida de los vuelos que ingresan a nuestro país, tanto a nivel de infraestructura como de personal. Otro aspecto crítico es que los vuelos entre regiones son prácticamente nulos y ello agudiza más el rol de Lima como centro del flujo del tránsito aéreo.
Una pregunta válida, aunque pueda resultar fatalista es la siguiente: ¿qué pasaría si se produjera un terremoto en Lima y Callao y producto de ello hubiera graves daños en las pistas de aterrizaje del Jorge Chávez? ¿Cómo se podría facilitar el traslado de los turistas extranjeros o de los peruanos que tengan ya vuelos programados en fechas posteriores a este eventual desastre natural? ¿Es acaso que todo quedaría paralizado? ¿Cómo se podría continuar con flujo de turistas para no afectar a otras regiones como Piura, La Libertad, Arequipa o Cusco? ¿Las Palmas se daría abasto para recibir la ayuda humanitaria considerando su tamaño? ¿Y en el caso de las exportaciones de productos, qué pasarían con ellas? ¿Todos los envíos se perderían durante semanas? ¿Cuál es el plan de emergencia para evitar un desabastecimiento en la capital y en las regiones? ¿cómo evitar que el impacto económico negativo no sea mayor por las limitaciones en las operaciones del Jorge Chávez?
Si este reciente cierre temporal dejó una caótica imagen del país y produjo varios problemas, busquemos contestar a las preguntas que planteé. Sin dudas podremos darnos cuenta, con mucha preocupación, que lo peor aún puede estar por venir y nuestras autoridades no son una garantía de solución.