Alerta aeropuerto: una crisis sin solución a la vista
Las noticias sobre el colapso de los aeropuertos no son una novedad en los últimos años. Los casos más emblemáticos de esta problemática son el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima con sus largas colas, puertas biométricas inutilizadas por problemas con el proveedor que las instaló, caídas en los sistemas que obligan a volver a las pizarras informativas para ver el estado de los vuelos; el Aeropuerto internacional Teniente Alejandro Velasco Astete en Cusco con una infraestructura que debe ser remodelada urgentemente, y los aeropuertos de Jaén y Juliaca que tuvieron que cerrar temporalmente por trabajos de mantenimiento en sus pistas de aterrizaje y cuyo cierre obliga a que miles de viajeros tengan que realizar otras rutas para llegar a su destino.
En diversas columnas, Juan Stoessel, fundador y CEO de Casa Andina, ha advertido muy bien la crítica situación de los terminales aéreos en el país que impactan negativa y directamente al sector turismo. ¿Qué persona querría pasar sus vacaciones en un destino con caóticas condiciones para transportarse, poniendo en riesgo sus vuelos, así como originando una pérdida de tiempo que no se recuperará?
Eternos problemas
Un primer gran escollo por superar con prontitud es Migraciones, que se ha convertido en un cuello de botella para el ingreso de visitantes al país. El tener 20 puertas biométricas sin utilizar desde hace más de dos años (marzo del 2020) es un escándalo mayúsculo. Los 30 o 45 segundos que una persona podría tardar en procesar sus documentos contrastar con las colas de hasta dos horas que tienen que esperar las personas porque las cabinas tradicionales no se dan abasto.
Si bien se anunció que activarán 12 de las 20 puertas electrónicas para el control migratorio, el daño a la Marca País se ha producido y recuperar la confianza en el turista extranjero es una tarea que demanda tiempo. Más allá que se tengan cuatro procesos de arbitraje entre la empresa proveedora que se encarga de su instalación y mantenimiento, y la Superintendencia Nacional de Migraciones, se requiere voluntad en el Estado para llegar a acuerdos que permitan soluciones inmediatas.
Otro aspecto que complica la situación de los terminales aéreos en el país son las vías que los interconectan con las ciudades. En muchos casos, por no decir todos, solo se cuenta con una gran vía, que al estar bloqueada o sobrepasada por la saturación de vehículos, origina que los viajeros no puedan llegar a su destino o tengan que invertir más horas para llegar con calma a su vuelo. Para solucionar este problema se necesita una visión integral del transporte nacional que requiere planes a largo plazo con ejecuciones que no sean parches o producto de la improvisación.
Para muestra dos ejemplos de la pésima gestión que se tienen y que fueron bien advertidas por Stoessel, pero que no han recibido la atención necesaria por parte de la población y nuestras autoridades (Poder Ejecutivo y Congreso):
Actualmente se viene construyendo el nuevo terminal en el Jorge Chávez, pero hay aspectos no resueltos en torno a su accesibilidad pese a contar con una propuesta concreta de Lima Airport Partners (LAP). Al estar ubicado entre las dos pistas de aterrizaje, las alternativas que se tienen, el nuevo puente Santa Rosa, con by-pass incluido y una vía rápida Santa Rosa-Costa Verde, no están en ejecución ni cerca de estarlo. Esto puede provocar un grave problema aún con el terminal y las nuevas pistas inauguradas, al punto de ser nuevos elefantes blancos. Aquí se necesita una celeridad del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) para determinar cómo quedará este proyecto.
Otro ejemplo de la deficiente planificación son los cierres temporales de los aeropuertos de Juliaca y Jaén, que bien pudieron seguir operando con cierres por horarios en paralelo del avance de la obra.
Ante esta lamentable y peligrosa situación el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Corpac (Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial) así como las empresas concesionarias de los terminales aéreos necesitan trabajar de modo más estrecho y plantear soluciones que a su vez estén dentro de un plan a largo plazo para el adecuado funcionamiento del transporte aéreo. El rol de la sociedad civil también se hace necesario para presionar y exigirle a nuestras autoridades una mayor atención a esta problemática. Una obra no generará una eficiencia en todo un sistema que se cae a pedazos. Se necesita de un conjunto de acciones que estén coordinadas.