El precio de la privacidad
La privacidad está relacionada con la protección de cualquier intromisión en la vida privada de la persona humana y por extensión de las personas jurídicas; es decir, de las empresas, cualquiera sea su forma constitutiva o su tamaño.
En ese sentido, el “derecho a la privacidad” hace referencia a estar libre de intrusiones o perturbaciones en el ámbito privado o en los asuntos personales. Sin embargo, muchas veces lo percibimos como algo lejano a nuestras vidas, excepto cuando un “ampay” captura nuestra atención, sin tomar en cuenta que es muy importante y demanda que identifiquemos aquella información crítica que tenemos y debemos proteger.
Por otro lado, los datos, así como la información en general, son recursos muy valiosos y peligrosos, que cumplen con los atributos mínimos de exactitud, objetividad, validez, oportunidad, completitud y comparabilidad; sirven de base, entre otros aspectos, para una adecuada toma de decisiones, incluyendo una apropiada comprensión de las expectativas de sus principales grupos de interés, quienes también exponen sus preocupaciones respecto a la privacidad y seguridad de la información que perciben y reciben.
En ese sentido, un concepto íntimamente relacionado con la privacidad y la seguridad es la confianza. Si se pierde la confianza, es muy difícil recuperarla. Entonces, ¿tomar en serio la privacidad y seguridad contribuye a mejorar y proteger los negocios?
Privacidad y seguridad es un tema que apunta más hacia “la interna” de la empresa, mientras que la confianza apunta más hacia el exterior de esta.
Así, se entiende por seguridad al conjunto de medidas, procesos, tecnología y equipos destinados a proteger (el término “salvaguardar” también es aplicable) los activos de la empresa. Estos no solamente se refieren a aquellos tangibles, sino también a aquellos intangibles, muchas veces más valiosos y sensibles para la continuidad normal de las operaciones de una organización.
¿Qué puede significar la pérdida de confianza en una empresa? La confianza es un activo muy valioso y, por cierto, subjetivo de cualquier organización, bien dice el refrán popular: “Construir una relación de confianza cuesta mucho en términos de tiempo y recursos en general, mientras que destruirla se puede lograr en un muy breve momento”.
De ese modo, la pérdida de confianza en una organización puede llevar automáticamente a la pérdida de credibilidad de sus diferentes grupos de interés, teniendo como potenciales consecuencias la desconfianza y escepticismo, en general y en particular:
- Accionistas: limitación y/o retiro de sus inversiones
- Directores: dudar sobre la continuidad de la empresa en el corto, mediano y/o largo plazo; así como de su habilidad para reestructurarse
- Alta Gerencia y Colaboradores: desmotivación que se refleja en bajos niveles de compromiso, permanencia y comportamiento, entre otros
- Clientes: debilitamiento de posicionamiento y pérdida de participación de mercado
- Proveedores: limitación en cuanto a compromisos contractuales relacionados con precio, calidad y oportunidad de entrega
- Órganos reguladores: actividad supervisora cada vez más demandante, evolutiva y restrictiva
- Competencia: percepción de debilitamiento
¿Qué pasaría si corre el rumor de que un banco está en una situación financiera de insolvencia o que su portafolio de clientes junto con toda su evaluación crediticia ha sido “secuestrada”? Es fácil imaginarse…
En el ámbito empresarial, imaginemos cuánto costaría o afectaría perder la privacidad en asuntos tales como:
- Información sobre niveles remunerativos del personal. Esto incrementaría el riesgo de perder talentos y realizar inversiones en buscar un sustituto. De más está identificar la pérdida de fórmulas, procesos y temas relacionados con el “know-how” de las operaciones que se “irían” junto con el personal.
- Bases de datos. Pone en riesgo lo relacionado con clientes, proveedores, equipos, fórmulas, sistemas de cotizaciones, entre otros aspectos.
- Nuevos proyectos. Como recursos comprometidos en investigación y lanzamiento de nuevos productos.
- Planes de expansión. Relacionados con adquisición de otras unidades de negocios o implementación de una planta nueva
Como cada empresa es un mundo diferente, debe realizarse un ejercicio de cuánto costaría perder la privacidad en los asuntos arriba indicados y, como un ejercicio individual, evaluar qué otros asuntos podríamos valorizar en nuestras propias empresas al perder la misma; obviamente, todo ello dentro del marco de una estructura de gobierno corporativo que, como lo mencioné líneas arriba, garantice la adecuada cobertura de las expectativas de nuestros stakeholders; así como la confirmación de una robusta cultura organizacional que incluya los aspectos de privacidad antes mencionados.
“En el momento que algo sale de tu ordenador, deja de ser privado (a veces deja de serlo sin salir)” (Alfredo Vela).