Nutrición corporativa
“Eres lo que comes”, famosa frase de Ludwig Feuerbach que define un estilo de vida. Si se desea un organismo sano y sostenible, entonces se deben adoptar buenos hábitos (prácticas), tales como la ingesta de una alimentación saludable, el desarrollo de una adecuada actividad física y mental y actitudes apropiadas frente a las situaciones que se presenten. Todas estas prácticas fortalecen y proporcionan la energía suficiente para mantener al organismo en niveles relativamente sanos que permitan el desarrollo natural del ciclo de vida.
Los alimentos “sanos”, además de ayudar a “gestionar” potenciales enfermedades que una estructura genética está predispuesta a tener, activan y fortalecen el sistema inmunológico. Por otro lado, hay alimentos que proporcionan la sensación de satisfacción y estar bien alimentados, debido a la ingesta de las denominadas “calorías vacías” que ofrecen las muy populares “comidas chatarra”, las cuales tienen escasos nutrientes, fibra, etc., y que además son proinflamatorias e incluyen ingredientes tóxicos para el organismo.
¿Y qué tiene que ver todo este tema nutricional en los seres humanos con la gobernanza corporativa empresarial? Diría que absolutamente todo.
El buen gobierno corporativo (gobernanza) es más que un concepto empresarial de moda. Es un modelo y sistema que debe practicarse de manera progresiva y permanente. Asimismo, no corresponde a un modelo de “ayuno intermitente” en el que se diga en qué días, periodos o circunstancias nos alimentamos de buenas prácticas empresariales y en qué días, periodos o circunstancias ayunamos de estas. En ese sentido, metafóricamente hablando, la gobernanza empresarial es una forma de alimentación organizacional permanente que permite gestionar una empresa y cubrir adecuadamente las expectativas de los stakeholders.
La gobernanza corporativa bien concebida y practicada, también permite, entre otros aspectos, evitar errores o corregirlos a tiempo, gestionar los riesgos en función a los niveles de apetito y tolerancia a los riesgos definidos y aceptados, así como fortalecer la estructura de la organización, como lo hace la alimentación sana con el organismo humano, robusteciéndolo o ayudándolo a prevenir enfermedades.
El buen gobierno corporativo está igualmente relacionado con la cultura organizacional y cuando esta es sólida y madura ayuda a una organización a cumplir con su estrategia; por el contrario, una débil cultura corporativa puede dañar seria e irremediablemente la imagen y reputación empresarial.
La cultura de una empresa abarca las creencias y, a menudo, entendimientos tácitos que influyen en cómo actúan los gerentes y los empleados; además, soporta la predicción de cómo una organización interactuará con sus stakeholders. En pocas palabras, es la base de “cómo se hacen las cosas”. Lamentablemente, con demasiada frecuencia, la cultura de una empresa solo llama la atención cuando algo sale mal o si se revelan situaciones de escándalo relacionadas con denuncias de acoso laboral, sexual o la materialización de algún tipo de fraude. Afortunadamente, eso está comenzando a cambiar y se observa un reconocimiento cada vez mayor de cómo la cultura respalda la capacidad empresarial para gestionar, evolucionar, innovar y ser socialmente sostenibles.
Es innegable que se debe considerar a la cultura organizacional como un activo que genera beneficios, ya que, entre otros aspectos, puede ayudar a atraer y retener el talento que requieren nuestras organizaciones en función de sus niveles de madurez; mientras fomenta la agilidad e innovación. Cuando está estrechamente alineada con la estrategia empresarial, puede ser un poderoso factor de éxito a considerar.
Un apropiado modelo de gobernanza corporativa permite restaurar y mantener adecuada y oportunamente la salud empresarial, ergo, proporciona el alivio o ventaja que da el conocer la aparición de una enfermedad en sus estadios iniciales y tener todo a favor para combatirla y así, de esta manera, construir el ambiente adecuado y sano para el desarrollo normal de las actividades.
Por el contrario, un mal gobierno corporativo genera el ambiente propicio para el desarrollo de malas prácticas y tendrá como consecuencia el cuestionamiento del liderazgo, desmotivación del personal, imitación de comportamientos indebidos, etc.; debilitando su propia cultura, que resulta ser similar al sistema inmunológico humano, que protege la organización y resguarda su “estructura genética”, la misma que la hace única y reconocible en el mercado.
De ahí la importancia de tener permanentemente en el radar aquellos eventos que puedan impactar la salud empresarial. En los últimos 3 años aprendimos mucho sobre esto, ya que estuvimos expuestos a una serie de disrupciones. Mencionemos algunas de esas enseñanzas que podrían ser consideradas como “vitaminas empresariales”:
- Permanecer alertas a las tendencias emergentes, tales como:
a. Transformación tecnológica
b. Compromisos Net Zero
c. Necesidad de gestionar y valorar mejor los recursos naturales
2. Responder proactiva y reactivamente a la incertidumbre macro y microeconómica
3. Promover la transparencia respecto de las crecientes expectativas de nuestros stakeholders
4. Presión sobre nuestros talentos
5. Proporcionar información exacta, objetiva, válida, oportuna, completa y comparable a todos los stakeholders
Por eso estamos convencidos de que las buenas prácticas de gobernanza, al ser el soporte de una buena administración, garantizan la permanencia y trascendencia de una organización en el tiempo, como lo hacen los buenos hábitos alimenticios al fortalecer al sistema inmunológico, cuyo resultado se refleja en la salud corporal.
“Que la comida sea tu alimento y tu alimento tu medicina” (Hipócrates).