Cinco fuerzas contra el soborno y la corrupción
Cada 9 de diciembre se conmemora el Día Internacional contra la Corrupción, declarado por las Naciones Unidas en 2003. Lamentablemente, la corrupción sigue siendo el mayor y más costoso problema transversal que enfrentan todos los países del mundo. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, se paga en el mundo US$1 trillón (en términos norteamericanos) por concepto de sobornos.
Desde 1997, la OCDE ha puesto en marcha la iniciativa global de luchar frontalmente contra este flagelo y para lograrlo, en concordancia con la comunidad internacional se diseñó un cuerpo de reglas y regulaciones en constante expansión y que nuestro país está adaptando a su ordenamiento jurídico de cara a ser miembro formal de esta organización.
La lucha contra la corrupción es una batalla que nos compete a todos, pero más aún a los líderes empresariales y a la alta gerencia de las organizaciones, ya que es en este grupo donde radica principalmente la obligación moral y capacidad financiera de identificarla, prevenirla y confrontarla. Esta lucha, la cual demanda una línea de acción estratégica y enérgica que vaya más allá de implementar un adecuado y realista programa de cumplimiento, tiene las siguientes características:
1. Las estrategias para luchar contra la corrupción seguirán evolucionando y extendiéndose geográficamente a medida que más territorios comiencen a tomar el problema en serio. Los países latinoamericanos están siendo cada vez más activos y utilizando acuerdos de colaboración, así como ampliando su alcance y rigurosidad en el cumplimiento.
2. La realidad nos está demostrando que las acciones de la sociedad civil están siendo más eficaces, en algunos casos, que los regímenes de cumplimiento ineficaces o las regulaciones no aplicadas. La ira popular por la desigualdad y la corrupción es una voz protagonista de los últimos años con el auge de las redes sociales. En nuestro medio ha sido impulsada aún más por eventos que van desde los “pagos” por trámites hasta la destitución de presidentes, pasando por los no menos ofensivos actos de corrupción en el manejo de las compras de insumos médicos y equipos de protección personal para combatir la crisis pandémica.
3. Como sabemos, la tecnología evoluciona continuamente, y las funciones de cumplimiento no son ajenas a ello. Un estudio de PwC señala que las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial permitirán identificar las amenazas estratégicas y riesgos clave; y también abordar una estrategia de cumplimiento contra el soborno y la corrupción de manera más rápida y coherente que antes. Además, las herramientas de análisis contra el fraude y corrupción estarán conectadas con la capacitación en línea y permitirá la orientación en tiempo real para ayudar a evitar que los problemas se arraiguen. Este aprendizaje facilitará la creación de motores de riesgo predictivos automáticos que pronostiquen la probabilidad de afectar un tipo de problema empresarial, incluidas las señales de comportamiento corrupto. La aplicación de estas tecnologías en la lucha contra el soborno y la corrupción es potencialmente transformadora.
4. A medida que las sociedades utilicen cada vez menos dinero en efectivo, los pagos por corrupción disminuirán igualmente. En general, a nivel mundial se estima que la cantidad de transacciones en efectivo físico podría caer un 30% en cinco años debido al aumento de los sistemas de pago electrónico y las criptomonedas. Hay países europeos, sobre todo los nórdicos, en donde prácticamente las transacciones en efectivo son mínimas.
5. Los negocios éticos y transparentes se convertirán en la nueva forma de hacer negocios. La información y actividades corporativas se encaminan irreversiblemente hacia una mayor transparencia, visibilidad pública y cumplimiento de las expectativas de sus grupos de interés. Puede haber organizaciones tratando de contener la marea de transparencia a través de la protección de datos y la confidencialidad, pero aquellas que la adoptan podrán obtener una ventaja competitiva, usándola como impulso para el cambio cultural y el comportamiento ético. por lo que las organizaciones que comiencen a adoptar estas estrategias tienen más posibilidades de convertirse en líderes del mercado en el futuro próximo, aquellos que no lo hagan se encontrarán cada vez más marginados y pasados por alto, salvo por la atención que reciben de los reguladores, cuando llegue ese momento.
Consideramos que es hora de ir más allá del cumplimiento, se trata de “sobrevivencia empresarial”. En combinación, los cinco aspectos antes mencionados nos demuestran que un enfoque de lucha contra el soborno y la corrupción basado en “simplemente cumplir” con las regulaciones haciendo lo mínimo posible ya no es aceptable o sostenible. Hoy los líderes empresariales deben incorporar activamente una cultura ética en sus organizaciones, comprometerse a ser fuertes, con valores éticos sostenibles que no estén soslayados por un cálculo para determinar la tasa de retorno: se trata de marcar la diferencia y mejorar la sociedad para todos y entre todos.
Este es el momento adecuado y la necesidad es imperativa para que los líderes empresariales aprovechen el poder de sus fuerzas de trabajo para hacer del mundo un lugar mejor, impulsar una cultura empresarial que no tenga tolerancia a la práctica corrupta; sin olvidar los efectos de ésta para las millones de personas que han sufrido o sufrirán las consecuencias de sus actos todos los días de sus vidas.
Como dijo António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, sobre la corrupción en el contexto del COVID-19:
“La corrupción es criminal e inmoral, y representa la máxima traición a la confianza pública. Es aún más perjudicial en tiempos de crisis, como está ocurriendo ahora en el mundo con la pandemia por el COVID-19. La respuesta al virus está creando nuevas oportunidades para explotar la supervisión débil y la transparencia inadecuada, desviando recursos que debían estar destinados a personas que se encuentran en su momento de mayor necesidad.”